El autor intenta analizar los elementos en juego en la declaración de guerra contra la droga, considerando que no se trata de una guerra sino de distintas guerras, con distintos escenarios, distintos protagonistas y distintas coaliciones. Así mismo, existen dos guerras en Estados Unidos: la guerra contra la droga, contra el consumo de droga, y la guerra contra el crimen realacionado con la droga. Para vencer la segunda es necesario o bien vencer la primera o bien despenalizar y legalizar la droga. Pero Estados Unidos, a pesar de las convicciones de historiadores, economistas, sociólogos y políticos, y a pesar de la experiencia de fracaso de prohibicionismos pasados, insiste en llevar a cabo una política prohibicionista y en luchar únicamente contra el crimen.

La otra guerra es la de Colombia. Y también en este caso, la guerra es múltiple: existe la guerra de los traficantes contra la justicia penal; la guerra entre los traficantes apoderados y la izquierda política; la guerra entre un sector de los traficantes y un sector de la élite tradicional; las guerras locales de Medellín o de Muzo y las violencias intestinas de una banda contra otra.

Por último, el autor sostiene que la declaración del presidente Barco sobre la catástrofe del 18 de agosto ha dejado en suspense cinco interrogantes:

- Se trata de una guerra o de una operación policíaca?

- Cuál es su objetivo estratégico?

- Es un conflicto nacional o mundial?

- Quién es el enemigo interno?

- A dónde ha ido a parar la clase dirigente colombiana?

El texto se halla en Agorá en el nº 912 del Archivo del Partido Radical, en versión castellana como así mismo su traducción en italiano.