A ver si dejan de enredarnos ya de una vez todos esos que dicen que están en "contra de la droga" y que hay que "luchar contra la droga". «Obviamente, me refiero también a todos aquellos que se declaran antiprohibicionistas!. Ya he escrito algo por el estilo, pero parece ser que a nadie le ha importado un rábano.Resumiré de nuevo:
1. "La droga" no existe. Si es de heroína de lo que se habla, por qué no llamarla por su nombre, y lo mismo para las demás sustancias que se agrupan bajo la definición "droga".
2. Es posible que Taradahs, Teodori y todos aquellos que han hecho del antiprohibicionismo sobre drogas su propuesta política, sigan declarándose "en contra de" algunas fórmulas químicas (como por ejemplo las del clorhidrato de cocaína y del THC) y por lo tanto presumiblemente "a favor" de otras (la de la nuez moscada, la del alcohol, la de las benzodiacepinas o del clavo).
3. No es justo propugnar una "lucha contra la droga" con métodos antiprohibicionistas, tal y como oímos que se hace a diario. Sin embargo, es honesto reconocer que los hombres y las mujeres han consumido y seguirán consumiendo drogas, entendiendo por drogas las sustancias psicoactivas. Que estén en su derecho o no puede incluso no interesar, pero la cuestión es que existen muchísimas drogas de las que creemos comunmente, y se descubrirán muchas más aún. Químicas o naturales, legales o no, la gente las consume y las seguirá consumiendo, en tiempos, modalidades y geografías de lo más variopintas.
Aquel que se declara "en contra" de ésto se está declarando sencillamente en contra de la realidad y la historia de los hombres.
Quien, por el contrario, se dejase de frases hechas y empezase a hablar de "control del consumo" de cada una de las sustancias, empezando a tratarlas (y a llamarlas) por lo que son, es decir, cuerpos sólidos, mezclas de sustancias químicas, le haría un gran favor a la causa de la claridad y la honestidad.
Y además, el "Circo Barnum" de la antidroga, que representa al menos dos funciones al día desde hace 16 meses, da por descontado que la gente lo sepa todo sobre la droga. Por el contrario, creo que Italia se halla en una de las situaciones de mayor ignorancia con respecto a las drogas de amplio consumo. Nadie sabe cuántos "tóxicodependientes" (término con sabor científico que se ha impuesto al de "drogadictos" en el léxico corriente) existen. Y nadie tiene ni la más remota idea de las dimensiones y de las modalidades de los consumos de drogas, legales e ilegales, en este país. Cuáles son los ritmos, las zonas geográficas de concentración, los grupos de edad, y sobre todo, cuál es el mercado, qué ofrece y cómo cambia?.
Cómo puede ser que a nadie le parezca importante saber cuántos jóvenes (y cuántos menos jóvenes) consumen cannabis ídico, cómo y por qué los precios de la cocaína suben o bajan, qué es lo que se vende en las plazas italianas bajo el nombre de heroína? Cualquier política acertada con respecto a las drogas debería partir de datos de este tipo, fidedignos y contínuamente puestos al día. En Italia nos limitamos a enumerar las "confiscaciones record" que anuncian en los Telediarios exactamente igual que si fuesen "taquillas record" de los estadios o "recaudaciones record" de las quinielas.
Se podrá alegar que la apertura de observadores de este tipo de consumos ilegales entra choca con las leyes en vigor y con las que entrarán en vigor en un futuro. Pero puede ser considerable, en un campo tan vasto y tan virgen como éste, la aportación de asociaciones privadas (experiencias históricas de este tipo son las que se han llevado a cabo en Londres y en Amsterdam), y los órganos de los gobiernos locales y cada uno de sus miembros deberían desempeñar un papel, al menos propulsivo.
Posiblemente antes que aquellos que parece quieren salir elegidos como antiprohibicionistas en los municipios italianos el 6 y 7 de mayo próximos.