Continuación del libro de J.-F. Couvrat y N. Pless
LA DROGA DE CIEN ROSTROS : LOS MERCADOS DEL CANNABIS
Y ahí tenemos al pariente pobre. Una droga? Apenas. Una "droga suave", se dice: el cannabis. Un poco más, y casi quedaría relegada al olvido. Al precio al que está el "canuto"... Sería un error, pues los mercados del cannabis, del cáñamo indio, mueven más dólares que el de la cocaína. Unos treinta mil en 1986, nada más que en los Estados Unidos, es decir, el precio de las 1.100 toneladas de marihuana vendidas al por menor a casi 3.000 $ el kilo. Al precio al por mayor, unos 15.000 millones de dólares.
Pero ninguna red de traficantes puede esperar acapararse por sí sola de semejante maná. Las cantidades consumidas son demasiado grandes, están demasiado dispersadas, y la inversión del traficante es excesivamente reducida: 10.000 $ bastan para lanzarse al ruedo. El cannabis, la droga de la multitud, es objeto de una multitud de tráficos.
Es el mercado menos estandardizado, pues son numerosísimas su variedades. Los riesgos son limitados, y las ganancias también. La marihuana no es diluida al por menor, como la heroína o la cocaína. No se requiere ningún químico para transformarla. Los cultivadores libran un producto acabado. Es también el mercado más equilibrado: se entra y se sale tan fácilmente del tráfico que la oferta y la demanda se equilibran fácilmente.
Y al revés: al ser muy escaso el valor añadido, ningún tráfico será verdaderamente rentable si no abarca grandes cantidades. El transporte y el almacenamiento por toneladas requieren por tanto sólidas inversiones.
SIDRA Y VODKA
La primera farmacopea que se refiere al cannabis es la del emperador chino Shen Nung, en el año 2737 antes de Cristo.
Se fuman desde hace siglos las hojas y las flores del cáñamo indio, bajo el nombre de marihuana en América del Norte y en Europa, de grifa en Africa del Norte, de bhang o de gannja en India. Desde hace siglos se ingiere la resina, denominada hachís, o también el aceite extraído de los granos de chennevis. Hasta 1946, medicamentos a base de cannabis han formado parte de la farmacopea francesa. En los Estados Unidos, se utilizan de nuevo desde 1986, como tratamiento antivomitivo, asociado a la quimioterapia de los cánceres.
El cannabis es un nombre genérico que designa múltiples variedades de plantas, de las que se extraen cantidad de productos, en función de las tradiciones locales.
Las flores y las hojas de cannabis secadas se tamizan, reduciéndose al polvo que se fumará en forma de cigarrillos: es la marihuana.
Las flores se hierven con un cuerpo graso, luego se prensa la decocción para obtener un residuo sólido: es la resina o hachís, que se puede ingerir, o bien, reducida a polvo, se la puede mezclar con el tabaco en cigarrillos.
El líquido recogido durante el prensado, muy concentrado en principio activo, es el aceite de cannabis, cada vez más comercializado.
La embriaguez producida depende del contenido del producto en transdelta-9 tetra-hidrocannabinol, el T.H.C., su principio activo, descubierto en 1967 por Mechoulam. Va del 0,1% para las variedades de cannabis cultivadas en los Estados Unidos, a un 4% en los productos corrientes cultivados en América Central, en el Cercano Oriente o en Africa.
La "sinsemilla", una variedad elaborada gracias a sofisticadas técnicas agrícolas, contiene cerca de un 8% de T.H.C. El aceite puede contener hasta un 30%. Hablar así pues de cannabis, sin mayor precisión, es tanto como confundir la sidra con el vodka cuando se habla de alcohol.
En líneas generales, cabe distinguir dos conexiones: la de la marihuana, centrada en América (del Norte y del Sur), y la del hachís, centrada en el Oriente Medio.
LA MARIHUANA, UNA PRODUCCION GIRATORIA
Durante 45 años, de 1930 a 1975, los Estados Unidos sólo tuvieron prácticamente un único proveedor de marihuana : México. La droga cruzaba la frontera con toda facilidad en camiones o en coches, que, conforme se acrecentaba la demanda, transportaban cada vez mayores cantidades.
El asunto del paraquat o el auge colombiano
Más tarde la Casa Blanca se mosqueó. Estableció un acuerdo con el gobierno mexicano, el cual manifestó, más allá de todo lo imaginable, su intención de acabar con el cultivo del cannabis. En 1975, los campos sospechosos fueron abundamentemente rociados con un potente herbicida, el paraquat, peligrosamente tóxico para el ser humano. Ahora bien, una parte de la cosecha tratada con paraquat fue sin embargo comercializada por las conexiones habituales, de forma que un gran número de norteamericanos fumadores de marihuana mexicana resultaron gravemente intoxicados.
De la noche a la mañana, la marihuana mexicana perdió su reputación. La demanda se transfirió a la marihuana colombiana, oportunamente ofrecida en el mercado. Es éste un acontecimiento decisivo: el caso del paraquat iba a proporcionar indirectamente a los traficantes colombianos, desde finales de los años setenta, los medios financieros necesarios para desarrollar el comercio de la cocaína. La coke y la marihuana empezaron a viajar concertadamente. No menos de 15.000 toneladas de marihuana colombiana fueron exportadas a los Estados Unidos cada año, según una comisión del Congreso. Colombia se convirtió en el principal proveedor de marihuana en el mercado norteamericano, en donde la "sinsemilla" era particularmente solicitada.
A veces el transporte se efectuaba con aviones cuatrimotores, pero sobre todo con barcos especialmente preparados, capaces de contener hasta 100 toneladas de droga, barcos cargados en alta mar gracia a una noria de pequeñas embarcaciones.
Alta tecnología a la mexicana
En 1986, el gobierno colombiano decidió a su vez "erradicar" el cultivo del cannabis, lo cual fue tanto como dar una prima a los productores de Belize, de Jamaica... y de México, en donde nunca había cesado el cultivo y el tráfico, que las autoridades norteamericanas creían haber aniquilado.
Aparentemente, el desgraciado asunto del paraquat más había dañado a la denominación "mexicana" que a la propia marihuana . Un buen día de noviembre de 1984, la policía mexicana descubrió las instalaciones de Caro Quintero en Chihuahua: centenares de hectáreas de marihuana distribuidas en cinco parcelas bien trazadas, conenientemente regadas y abonadas, un modelo de "alta tecnología" agraria. Se encontraron 10.000 toneladas de cannabis bruto, o sea, el equivalente de 1.900 a 2.400 toneladas de marihuana comercializable, ocho veces la producción mexicana anual entonces estimada por las autoridades... La estadística en materia de droga es en efecto es de lo más frágil.
En América Central y en el Caribe, la marihuana se presenta un poco como un cultivo giratorio, pues la producción de un país compensa invariablemente la defección de otro en el que la misma ha sido erradicada. Colombia y México se disputan de tal modo el puesto de primer productor mundial, suministradno ambos países por sí solos de 5.000 a 8.000 toneladas, reducidas a 3.000 después de la erradicación. La marihuana se cultiva actualmente en casi todos los Estados.
Han surgido nuevos productores, como Tailandia y Kenya. No se dispone de ninguna evaluación de la producción asiática de marihuana . Cabe pensar, sin embargo, que es intensa. El gobierno tailandés se congratula cada año por haber erradicado entre 2.500 y 3.000 hectáreas de cannabis. Siguen siendo relativamente importantes sus incautaciones de marihuana proveniente del Triángulo de Oro, conocida por su alto contenido de T.H.C. y su alto precio.
HACHIS O LENTEJAS ?
Hace algunos años, un ingeniero agrónomo francés que efectuaba una visita al Líbano se interesó especialmente por la llanura de la Bekaa. Al regresar a París, expuso su diagnóstico en varios informes que transmitió inmediatamente a sus corresponsales libaneses. A su juicio, la llanura de la Bekaa se prestaba admirablemente al cultivo de lentejas. No recibió respuesta alguna y se quedó el hombre profundamente asombrado...
La llanura de la Bekaa es el gran centro mundial del cultivo del cannabis que ocupa, según la ONU, 25.000 hectáreas y de su transformación en hachís: una producción mucho más rentable que de la de lentejas.
El Líbano: 900 toneladas de resina
El Líbano es el primer productor mundial de hachís. Pero las estimaciones divergen en cuanto a la cantidad producida. Para un mismo rendimiento por hectárea 36 kilos de resina , las estimaciones locales dan 576 toneladas y las de la ONU 900 toneladas en 1987. El Departamento de Estado norteamericano parte la diferencia en dos: 700 toneladas en 1988, muy por delante de Pakistán, Afganistán y Marruecos, que juntos producirían apenas lo mismo. Las producciones afgana y pakistaní se consumen en gran medida en el propio país. Marruecos exporta casi toda su producción, una treintena de toneladas, dividida por cuatro desde 1984, cuando el gobierno de Rabat intensificó la erradicación. La producción de los cuatro "grandes" del hachís no disminuyó sin embargo globalmente: entre 1.160 toneladas y 1.360 toneladas en 1988, según las previsiones del Departamento de Estado de los Estados Unidos. No se dispone de ninguna estimación para las producciones de la India y del Nepal, en parte exportadas,
El hachís libanés se exporta sobre todo a Egipto y en menores cantidades a Europa y Estados Unidos. El hachís marroquí se expide a Europa. Las tres cuartas partes de su transporte se efectúa con barcos especialmente fletados con tal fin.
LOS MERCADOS DEL CANNABIS
El mercado de un "producto" tan diversificado es por naturaleza muy borroso. Una vez más, los Estados Unidos proporcionan la documentación más rica... pero también la más contradictoria. Europa guarda un relativo... y más prudente silencio.
En los Estados Unidos : más de 30 mil millones de dólares
Entre 1972 y 1984, el número de consumidores de marihuana se habría casi triplicado, habiendo pasado de 24 a 50 millones, con inclusión de los consumidores "ocasionales". El número de usuarios "regulares" (una vez por mes al menos) habría pasado de 8 a 20 millones, con una cumbre a 24 millones en 1980-81. A qué cantidades consumidas corresponden dichas cifras? Entre 8.000 y 9.000 toneladas según antiguas estimaciones norteamericanas, entre 13.000 y 21.000 según estimaciones más reciente y más realistas.
Se habla en ciertos informes de un relativo abandono de la marihuana en los Estados Unidos. Coinciden curiosamente con su banalización: "Ahora se encuentra marihuana el viernes por la tarde en las reuniones de creatividad de los publicitarios de Nueva York. En la oficina del presidente de una firma de cosméticos. Y hasta, según se afirma, entre los dirigentes de los grandes bancos norteamericanos", escribe Peggy Mann.
Los precios al por menor varían según la calidad de los productos: 5 ó 6 $ por un gramo de "sinsemilla"; cerca de 3 $ para la marihuana de calidad mediana; un poco menos para la marihuana producida en los Estados Unidos, una parte de la cual se autoconsume.
En total, el mercado al por menor norteamericano no puede ser inferior a 30.000 millones de dólares, probablemente más próximo a los 40.000 millones, y el valor de las importaciones alcanzaría los 12.000 millones de dólares.
En Europa: la opacidad
En Europa, donde no se ha procedido a sondeos repetidos, el mercado del cannabis es particularmente opaco y probablemente muy pcoo homogéneo. El hachís proveniente del Cercano Oriente o de Africa del Norte es más abundante que en los Estados Unidos. La venta de cannabis está de hecho legalizada en Holanda y en España, convertidos en auténticos "supermercados" de las drogas suaves... y de las otras. Por último, la segregación entre drogas suaves y duras es mucho menos clara en Europa que en los Estados Unidos. La politoxicomanía parece ser una característica europea. En 1979-1980, una encuesta sobre 662 drogadictos conocidos de los servicios sanitarios de Amsterdam puso de manifiesto que el 48% de los mismos consumían hachís, pero que muchos también consumían otras drogas: a la pregunta sobre los tipos de drogas consumidas, el total de las respuestas alcanzó un 179%.
Se dispone en realidad de muy pocas cifras fiables. Sólo se cuenta con algunos indicios. Italia, por ejemplo, estima en 500.000 el número de consumidores "abusivos" de cannabis. Pero cómo definir el uso abusivo de un narcótico que en principio está prohibido? Este concepto no puede corresponder con el de uso regular en los Estados Unidos. De lo contrario, habría, salvando todas las distancias, diez veces menos de consumidores de cannabis en Italia que en los Estados Unidos, lo cual parece poco verosímil. En cuanto a Alemania Federal, la misma declara a la ONU tener muy exactamente 20.100 consumidores de cannabis: una cifra ridícula.
Las encuestas holandesas son las más precisas. El 21% de los jóvenes de 19-24 años habrían probado el cannabis en 1983, dos veces más que en 1979-80, pero dos veces menos que en los Estados Unidos en 1985. Entre los jóvenes de 15-24 años, un 12% lo habrían probado en 1983, y un 5% serían consumidores "regulares". Lo cual significaría, si se exptrapolara esta cifra al conjunto de la población, que cerca del 1,6% de holandeses serían consumidores regulares una vez por semana de cannabis.
Lo que se puede ver en Amsterdam es una indicación más valiosa incluso que las dudosas cifras. En diciembre de 1985, la policía de la ciudad efectuò una seria advertencia a un centenar de cafés en los que se vendía más hachís y marihuana que café con leche, y ello mediante una ostentosa publicidad en las paredes, en las guías turísticas y en las ondas. En la trastienda de uno de estos establecimientos, un empleado llenaba concienzudamente bolsitas de plástico con algunos gramos de hachís, de la variedad "Líbano rojo" a 24 florines los 4,5 gramos, una variedad y un precio que los consumidores habían podido leer en una "carta del día" distribuida en la cola de espera.
Menos aún que la de las demás drogas, la demanda de cannabis no es cuantificable, y nada se gana cuantifiándola. Ello equivaldría a medir el consumo de alcohol enn los Estados Unidos durante la prohibición.
Indudablemente, el fenómeno es menos importante en Europa que en los Estados Unidos, pero esta situación puede evolucionar rápidamente "a la española" o "a la holandesa". Actualmente, parece razonable una cifra situada entre 4 y 8 millones de consumidores "regulares", lo cual correspondería a la cuarta o la quinta parte del tonelaje norteamericano.
El tráfico también es distinto en Europa, donde aún es más disperso, artesanal, fuente de ingresos complementarios para trabajadores emigrantes o visitantes ocasionales: un kilo de hachís traído de Marruecos rentabiliza el viaje.
Pero esta situación está cambiando. Durante el verano de 1988, la policía descubrió en España un escondite subterráneo organizado como la Línea Maginot, un túnel que podía contener toneladas de cannabis, con salida directa al mar. Esto ya no es artesanía, sino una gran empresa del crimen organizado.
En total, se puede estimar el mercado al por menor del cannabis en Europa en unos 10.000 millones de dólares, y el valor de las importaciones en unos 3.000 millones.