Plenamente de acuerdo con los dos primeros puntos de reflexión de A. Losonczi. (En términos beisbolísticos del caribe colombiano decimos: este es un roletazo entre la segunda y tercera base que da para embasarse en primera). Quedan muchas situaciones para reflexionar acerca de las consecuencias de la liberalización de las drogas y de las reacciones de las poblaciones latinoamerica-nas. Pienso sea bastante diverso de una cultura a otra y de un medio socio-económico a otro.
Si bien es cierto que para la mayoría de las poblaciones latino-americanas la liberalización no presenta peligros, sea porque las drogas, en cuanto tales, no han llegado a ellas, sea porque los niveles de renta, por más bajos que pusieran los precios de las drogas, sólo les permite la sobrevivencia; queda por resolver el cómo controlar la irrupción que tendría en las minorías urbanas instruídas y con rentas medias que les permite el acceso a las drogas y que de hecho son quienes se han iniciado en su uso. Para los países más perjudicados por este fenómeno, el problema es controlable porque existen medios y posibilidades económicas y estructurales para afrontarlo, mientras que las estructuras educativas y sanitarias de nuestros países no están preparados para tal novedad.
La consecuencia de una incontrolable irrupción de las drogas en estos medios sociales podría llegar a una mayor corrupción de las clases dirigentes, las cuales se alimentan únicamente de las personas instruídas urbanas. Creo que sería una dificultad para ser pensada y afrontada previamente.
Pero ... por donde no es (esto es un 'estrai', como decimos cuando el bateador tira a la bola y no le da). Tanto el filósofo Octavio Paz, como el político Belisario Betancur han afirmado en sus escritos la existencia de un pensamiento propio latinoamericano. Ellos mismos, con todo el aporte que le hayan hecho, son nietos de tal pensamiento que surgiera desde nuestros intelectuales aboríge-nes y que jamás ha podido ser acallado por ningún colonialista o neocolonialista. Tal pensamiento latinoamericano no carece de una conciencia política y menos de una visión "de autocrítica", salvo que ellos estén hablando a nombre de las mediocres dirigencias de nuestros estados latinoamericanos y sus circulos intelectuales, los cuales con raras excepciones, son impuestas por la via militar o la del sufragio comprado (como fuera elegido presidente de Colombia Belisario Betancur).
Ni el problema de la droga en particular, ni el problema del anti-prohibicionismo en general, pueden ser tratados desconociendo la existencia de los actuales condicionamientos internacionales, de la capacidad y del poder de los carteles transnacionales de la economía y la política y menos queriendo desconocer la historia de un pueblo. Ya nos recuerda el viejo proverbio que el pueblo que desconoce su historia está condenado a repetirla. Y no desconozco que hay corrientes de pensamiento "victimistas" en latinoamérica, las cuales casi en su generalidad, han sido inoculadas desde las imposiciones ideológicas foráneas.