O cómo san Juan Crisóstomo se convierte, sin saberlo, en todo un santísimo antiprohibicionista.Artículo de Fernando Savater publicado en "El País" del 2.9.1990, en el que comenta el libro de Thomas Szasz "Droga y ritual" (Fondo de Cultura Económica, Madrid, 1990).
Según se nos ha contado ya muchas veces, nuestros primeros padres fueron expulsados del paraíso al desafiar la prohibición divina y comer del árbol de la ciencia del bien y del mal. A partir de esta caída se hicieron adictos a dos hábitos pernicioisos: la desobediencia a la autoridad competente y la formulación de juicios morales. No es poco para ser logrado con una simple manzana: la libertad humana desciende de ese fruto tan provechoso. Se trató sin duda de una "felix culpa", de un pecado imprescindible.
MAESTROS SENSATOS
Hasta en el cristianismo ha habido maestros de moral sensatos. Por ejemplo, san Juan Crisóstomo, quien ya en el siglo IV tenía las ideas así de claras: "Oigo gritar al hombre: «Ojalá no hubiese vino!. «Oh insensatez! «Oh locura! Es el vino la causa de este abuso? No. Pues si dices '«ojalá no hubiese vino!' a causa de la embriaguez, entonces debes decir, sucesivamente, '«ojalá no hubiese noche!' a causa de los ladrones, '«ojalá no hubiese mujeres"' a causa del adulterio".
Obvio dictamen y obviamente olvidado. El viejo obispo de Constantinopla se indignaba de que se considerase a una sustancia, tan moralmente irrelevante como cualquier otra, origen de desórdenes y problemas que provienen del deseo de los hombres o de la convención social. «Pobre san Juan Pico de Oro! cp sabìa de química y aún menos de medicina; creía, pues, que el hombre era un sujeto al que se le podían imputar culpas y méritos, un sujeto que podía ser educado para la moderación. Una pequña charla con cualquier experto actual de la lucha antidrogas le hubises informado de que el hombre se mueve de modo reflejo, no voluntario; de que es un objeto, no un sujeto, y de que nada puede conntra productos diabólicos y omnipotentes como la heroína o el crack.
Les recomendarè este libro de Thomas Szasz solamente porque se trata del mejor escrito hasta la fecha sobre los mecanismos socioculturales que han producido la mitología de la droga-demonio? Temo que no sea suficiente. El momento de los razonamientos sobre esta cuestión parece ya definitivamente cosa del pasado, si juzgamos por el acatamiento irracional pero entusiasta que se tributa a los domas represivos. «Por fin el "amigo americano" ha puesto a todo el mundo de acuerdo en los plàcemes! Qué argumento lógico podría triungar allí donde fracasa la simple evidcencia periodística del disparate cotidiano? Un día aparece en televisión española Miguel Solans y asegura que el plan antidroga parece ir dando, poco a poco, sus frutos; al día siguiente la prensa informa de que las muertes por droga han aumentado en España en los últimos seis años un 400%. Los expertos predican con envidiable celo que el crack droga de adicción instantánea, como se afirmó de la masturbación el pasado siglo es mortal de necesidad (t
ambién como la masturbación, claro).; luego nos enteramos de que el rozagante Marion Berry, ex alcalde de Washington, lo tomaba sin parar o alternando con heroína, cocaína y alcohol mientras gobernaba una de las grandes capitales del mundo: la única dolencia que ha conseguido postrarle ha sido policial, no química. Entre tanto, lo más "pogre" del periodismo convierte las hazañas bélcias contra el narcotráfico gallego en el nuevo tebeo glorioso del momento, exaltando la heroicidad de magistrados y de "arrepentidos", es decir, delatores (esos que según Crisóstomo hacen aborrecer la luz del día). Etcétéra. Con franqueza, confiar en que la lucidez del doctor Szasz pueda servir de algo contra tal cretinización galopante sería UTOPICO, por emplear la palabra favorita de curas y ordenancistas políticos.
De modo que me limitaré a decirles que "DROGA Y RITUAL" es una de las reflexiones éticas más apasionantes de las últimas décadas, escrita por uno de los más valientes y agudos maestros de razón práctica de este siglo. Alguien que en 1984, pocos años antes del hundimiento de los sistemas comunistas, señaló: "Aparentemente, la gran disputa moral de nuestra época es la lucha entre el comjnismo y el capitalismo. En realidad, esa lucha encubre una disputa todavía mayor: la batalla librada por políticos y sus lacayos intelectuales, tanto del Este como del Oeste, contra el libre albedrío y la responsabilidad personal". Se lo digo por si estas cosas todavía les interesan.