s) - éste no es un factor de reflexión secundario, si es cierto que, según indica un informe presentado por el Gobierno Usa la semana pasada, y publicado por Herald Tribune, se calcula que el coste para la sociedad americana de los 9 millones de delitos llevados a cabo cada año para procurarse la droga es de 5 mil millones de dólares por daños directamente relacionados con los delitos y 30 mil millones de dólares por otros costes sociales; d) la drástica reducción de las muertes por sobredosis provocadas por el exceso de sustancias puras o por cortes mal hechos: e) la drástica reducción de enfermedades, desde la hepatitis hasta el Sida, provocadas por las modalidades clandestinas del consumo de droga y agravadas por las condiciones de vida de los toxicodependientes (pobreza, vagabundeo, falta de servicios primarios); d) enorme desagravio de trabajo para instituciones públicas como la magistratura, la policía, el gobierno civil etc, que podrán finalmente dedicarse a ese 20-30% de delitos criminales (y no "drogadictos") que actualmente no son perseguidos o castigados. Podría continuar con los beneficios, pero quisiera añadir sólo un elemento parcial; espero que a Teodoldi no le importe: también la disminución de la incidencia de los aparatos estatales de control y represión en la vida privada de los ciudadanos es un beneficio que no hay que infravalorar.
En el otro plato de la balanza, se dice, se halla el aumento del consumo. Personalmente, no estoy demasiado convencido de que suceda ésto, en la mayor parte de los países de mundo, allá en donde el narcotráfico ha sido ya introducido. Por el contrario, estoy convencido de que actualmente existe un consumo superior al "normal", es decir que se produciría en condiciones incluso de fácil adquisición de drogas por vía legal, en todos los países en los que las redes comerciales del narcotráfico han desarrollado su presencia. Actualmente, existe en Europa, al igual que en los Estados Unidos, una red de venta capilar, que va desde la oferta clandestina por las calles o en las porterías oscuras a un sistema muy eficiente de puerta en puerta en las clases acomodadas. Actualmente, cualquier toxicodependiente practica el tráfico para procurarse dinero, y por lo tanto el proselitismo. Hoy en día, en gran número de ocasiones, se engancha uno en la droga para venderla, antes que para usarla.
Pero, admitamos el aumento del número de consumidores. Entran en cuestión los índices de calidad de vida de los que hablé en otra intervención y que, por ejemplo, Laura Terni había ilustrado la mar de bien en su apólogo. Teodoldi replicó con una historia igualmente plausible. Sólo que en la actualidad la historia de Teodoldi, y sólo esa, es posible, mientras que mañana lo serán también las historias como la que narraba Laura. Consumir una sustancia que puede provocar daños al organismo en condiciones de relativa seguridad sanitaria es posible sólo si existe un control de la calidad, de la cantidad y de la seriedad del productor.
Morir de sobredosis es una posibilidad intrínseca al consumo de heroína, al igual que morir por exceso de velocidad es una posibilidad intrínseca al uso del automóvil. Nosotros querríamos que no se comercializasen dosis de heroína comparables con coches sin frenos ...