EL CORREO GALLEGO

En sí misma, la sola presencia de la comisaria de Pesca de la Unión Europea en nuestra tierra es un dato de relevante interés, al margen de que consiga o no solucionar los graves problemas del momento, significa que Galicia comienza a sonar en Bruselas, algo que hasta bien poco no sucedía, y que en las esferas comunitarias ya entienden que el mundo del mar no se acaba en el plato de los restaurantes; que tras él se halla el esfuerzo y la vida de millares de familias incluso una forma de vida, una cultura, un sistema de relaciones con la naturaleza. Indudablemente, Emma Bonino ha decidido venir a Galicia porque antes ha habido viajes y comunicaciones a muchos niveles, potendiados por el Gabinete autonómico y de modo especial por el presidente Manuel Fraga y su conselleiro de Pesca, Xoán Caamaño. La señora Bonino no ha estado aquí porque los sindicalistas de la CIG hayan asaltado un catamarán en la Ría de Vigo o se encerrasen en algún palacio municipal; al contrario, la visita de la comisaria incluso estuvo a

punto de suspenderse por la actitud irrascible de esos sindicalistas. En todo este asunto se demuestra, una vez más, la decisiva importancia de la información y de los viajes, de modo que cuanto se gaste en este sentido tendrà, a medio o largo plazo, una rentabilidad manifiesta. Lo mismo sucede con las a menudo muy criticado convenciones de empresarios gallegos en el exterior, posiblemente el negocio no salte a la vuelta de la esquina, pero una vez establecido, el nudo de contactos que se origina será beneficioso algún día.

Claro que, quienes quisieran alzar una inmensa muralla de granito que aislase Galicia del resto del mundo, nunca verán nada bueno en todo esto.