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Conferenza Emma Bonino
Partito Radicale Maurizio - 11 maggio 1997
humanitaria * EL PERIODICO, pag.15
LA ENTREVISTA * Emma Bonino, comisaria de la Unión Europea: "La no violencia es una postura activa"

Arturo San Agustín

Es un aguijón, puro nervio, una ráfaga de vitalidad; una tras otra. Quizá por eso -entre tanto fuego- no encuentra el encendedor. Desde aquel famoso fletán nuestro es la reina de los mares. Como comisaria europea para la ayuda humanitaria tampoco lo tiene fácil. Kabila -el próximo amo del Zaire, con permiso de EEUU- ha dicho de ella que es una psicópata.

-Tranquilíceme. Es usted una psicópata?

-Creo que no.

-Lo que está pasando con Mobutu y Kabila significa que EEUU vuelve a invertir otra vez en Africa?

-Eso es evidente. Zaire es una de las naciones más ricas de Africa. A mí lo que más me duele no es el interés que EEUU demuestra por Africa, sino que en Europa no haya una política común para abordar el tema africano.

-Usted suele decir que la paz tiene un precio.

-Lo que quiero decir es que los valores, todos los valores, normalmente, tienen un precio. La paz no es una utopía, sino el requisito indispensable para que exista un desarrollo económico. Como los derechos humanos. Dicho esto la paz no es, desde luego, un bien que nos regalan. Si queremos que haya estabilidad, por ejemplo, en Albania, tenemos que implicarnos en ayudar y fortalecer ese país. Y esa implicación es el precio que debemos pagar.

-Y si es necesario enviar tropas, se envían?

-Claro. Si para lograr que Kabila o quien sea respete los derechos humanos es necesario enviar tropas, pues se envían, por supuesto, aunque eso signifique algunas muertes de militares. No olvidemos que los muertos civiles son ya bastantes. Hablo de personas que se dedican o dedicaban a la ayuda humanitaria. Parece que esas muertes no cuenten. La situación es paradójica: resulta que los militares que, por profesión, deben correr riesgos, no los corren, y, sin embargo, sí los corren los civiles.

-Aún seguimos confundiendo el pacifismo con la neutralidad?

-Muchos siguen confundiéndolo, sí. Ese fue uno de los errores que cometimos los de la generación de los 70. También confundimos la no violencia con la inercia. Yo fui y sigo siendo una no violenta gandhiana, pero la no violencia implica un compromiso, es una postura activa. Sin armas, de acuerdo, pero no es la neutralidad, la inercia. Seguir confundiendo a los agresores con los agredidos es absolutamente insoportable, porque las consecuencias son enormes; es injusto. Y no hay paz sin justicia.

-Es suficiente manifestarse los domingos y días festivos por la mañana con trompetas y pancartas? -No, no es suficiente. Y eso es a menudo lo que hacemos. Todos queremos la paz si nos sale gratis, si no nos cuesta ningún esfuerzo o sacrificio. Todos queremos la democracia si nos sale también gratis. La pregunta para cada uno de nosotros es qué precio estamos dispuestos a pagar para conseguir y mantener la paz y la democracia.

-Para eso les tenemos a ustedes, los políticos. Para eso les pagamos.

-Je, je. Mire, a muchas de las gentes de mi generación, que no han conocido la guerra, les parece algo normal la democracia y por eso creen que no han de luchar diariamente para conservarla. Pero cuando hablo con mi madre siempre me repite que vivir 50 años sin guerra es un sueño. Para mí, que tengo un carácter impaciente, esta reflexión de mi madre me parece muy importante. Ella siempre me dice que debemos hacer mucho más, pero que no me olvide de lo que hemos logrado; que no lo desprecie.

-Ya era usted impaciente cuando la encarcelaron por abortar?

-Cuando sucedió lo que usted dice tenía 27 años. Vivía un drama personal, en mi país se desconocía la prevención, los anticonceptivos, y el aborto, por supuesto, era ilegal. Yo, como otras muchas mujeres, aborté clandestinamente. Luego, hablando con amigas, decidí rebelarme contra la hipocresía.

-Y qué hizo?

-Practicar la no violencia activamente. Recuerde que los teóricos de la desobediencia civil dicen que cuando uno quiere acabar con una ley injusta debe obligar a los gobernantes a que apliquen esa misma ley. Y eso fue lo que hicimos. Es difícil meter a un millón de mujeres en la cárcel.

-La ayuda humanitaria le obliga a fumar más pitillos que asuntos como el de aquel famoso fletán?

-El tema de la pesca me apasionó. Creo que aún sufro el síndrome de Estocolmo. En un principio los pescadores se sintieron despreciados. Para defender sus derechos les pusieron a una mujer italiana. Después de dos años nos conocemos mejor. El sector ha entendido que hay que poner más atención en la transformación y el comercio que en las capturas.

-Hablando con el rey Hassan de Marruecos se aprende a pescar? -Y más cosas. Conocerle fue muy provechoso. Aprendí, por ejemplo, que en su cultura el tiempo usa otro reloj. Negociar con él fue una graduación universitaria instantánea.

-Usted es tan eficaz como aparenta o sólo se mueve?

-Eso lo tiene que decir usted. Creo que hemos conseguido algunos éxitos: en el Cáucaso hemos evitado una peligrosísima crisis; también la hemos evitado en Cuba, y no me refiero a que hayamos logrado para ese país la democracia. En Africa del Sur ayudamos a su transición, etcétera. Creo que algunas cosas las hacemos bien.

-Qué le responde usted a su madre cuando ésta le pregunta por el euro? -A mis colegas siempre les digo que el problema del euro no es convencer a los banqueros, que ya están convencidos. El tema del euro es convencer a mi mamá, que es un poco más difícil.

-Y su mamá somos todos.

-Algunos millones, sí. Creo que es urgente una campaña de información básica. La gente corriente lo entiende todo si se le explican las cosas con claridad.

-Pero eso a ustedes, los políticos, no les conviene.

-Y ustedes, los periodistas, por qué tampoco son claros?

Porque muchos de los nuestros aspiran a ser ustedes.

 
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