Vargas Llosa padre e figlio. Hanno il difetto di non essere initaliano, ma il pregio di dimostrare come sia possibile essere
simultaneamente liberali, liberisti, libertari e, volendo esagerare,
anche liberalsocialisti.
La vejez intranquila
MARIO VARGAS LLOSA El Pais 1/2/98
El general Augusto Pinochet, ex-dictador chileno entre 1973 y 1990, no e
stà disfrutando de la tranquila vejez, como senador vitalicio de la dem
ocracia, que habia cuidadosamente preparado mediante la Constitucion
que hizo dar antes de dejar el poder. Un juez de la Corte de Apelaciones
de Santiago ha acogido una querella criminal contra el por genocidio,
presentada por el Partido Comunista -cuya presidenta, Gladys Marin, perdiò
a su marido durante la dictadura-; cinco diputados de la Democracia
Cristiana, principal partido de gobierno, presentaron una acusaciòn con
stitucional para impedir que se incorpore a la Camara Alta, y, en reciente debate sobre su regimen, la Camara de Diputados aprobò una declaracion de " rechazo y repudio " contra el general.
El tacito pacto de olvido -borron y cuenta nueva- que facilitò la
transicionn chilena a la legalidad, luego de 17 años de regimen de facto,
parece haberse roto. Ahora tambien en Chile se enjuicia abiertamente a la dictadura que liquidò a sangre y fuego el Gobierno legitimo de Salvador
Allende, se le enrostran los 3.197 asesinados o desaparecidos, los miles de exiliados, la institucionalizacion de la tortura, y haber interrumpido,
mediante un acto de fuerza militar, una de las tradiciones democraticas y civiles mas solidas en America Latina. Y se manifiesta un creciente rechazo
en la opinion publica a seguir aceptando las secuelas y reverberaciones
de la dictadura -como la de los ocho senadores designados por la
Constitucion de Pinochet-, que dan un semblante notoriamente imperfecto a
la democracia chilena actual.
Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido con todas las demas dictaduras
militares que devastan la historia latinoamericana -la otra excepcion
es la de Peron, en Argentina-, y que terminaron en la impopularidad y el descredito mas absolutos, recordadas como lo que fueron, unos gobiernos de forajidos y ladrones, la de Pinochet tiene todavia, dentro y fuera de Chile, un considerable nucleo de partidarios, y su imagen, o los mitos y estereotipos
a que ha dado origen, siguen planeando, como peligrosa amenaza, sobre el
futuro politico de America Latina. Sin ir mas lejos, el ejemplo de Augusto Pinochet y su regimen fue el modelo que los militares peruanos tuvieron
en mente para dar el golpe de 1992, cerrar el Congreso, y establecer desde entonces, utilizando a Fujimori (Chinochet lo apodaron sus hinchas) como fantoche civil para calmar a la comunidad internacional, un sistema de
gobierno donde el poder real lo detentan las Fuerzas Armadas. En las ultimas elecciones parlamentarias chilenas, celebradas a mediados de diciembre del
año pasado, el Pacto Union por Chile, integrado por dos partidos, la Union Democratica Independiente (UDI) y Renovacion Nacional (PRN), que reivindica
la herencia de Pinochet, obtuvo el 36% de los votos. Aunque hubo un elevado porcentaje de votos blancos o nulos -17%-, aquel resultado indica que un
tercio de los chilenos ven todavia con ojos favorables aquella dictadura
cuyos abusos a los derechos humanos provocaron la condena del mundo entero.
Como se explica esta indecente popularidad? Por dos razones. Para muchos,
aun esta viva en la memoria la anarqua social y los desastres econmicos
-hiperinflacionn, nacionalizaciones, tomas de tierra, violentas
confrontaciones- que generò la politica socializante y estatista del
gobierno de Salvador Allende y que esgrimiò como justificacion el
levantamiento militar. Pero, sobre todo, las simpatias que aun despierta Pinochet se deben al desarrollo economico alcanzado por Chile en las
ultimas decadas, el mas elevado y sostenido que haya tenido nunca un pais latinoamericano, y la modernizacion social e institucional que ello ha impulsado. De este hecho cierto -una sociedad que hace tres lustros crece a promedios del 6 y 7%-, muchos han sacado esta conclusion falsa: que la
manera mas eficaz para salir del subdesarrollo es seguir el ejemplo
de Pinochet.
Semejante falacia no resiste un examen serio, pero ella es dificil de
erradicar ya que se trata de un parti pris o acto de fe, no de un argumento racional. Por lo pronto, quienes sostienen dicha tesis olvidan que Chile ha crecido mas, en el campo economico, desde que se restaurò la democracia,
que durante la dictadura. Por ejemplo, su desempleo actul, del 5%, es el
mas bajo de su historia. Lo que indica, de manera inequivoca, que este desarrollo no ha estado supeditado a un sistema autoritario, sino a una determinada politica economica -de apertura de mercados, internacionalizacion y privatizacion de la economia-, no solo compatible con la democracia, sino inconcebible fuera de ella, ya que solo un regimen de legalidad y libertad
puede garantizar aquella estabilidad juridica que estimula el ahorro interno
y las inversiones extranjeras.
Si la dictadura militar fuera el camino mas corto hacia el desarrollo,
America Latina, con el rico prontuario de satrapias castrenses que la adornan, seria el continente de la modernidad. La verdad es que, con la unica
excepcion del de Pinochet, que enrumbò al pais por la buena senda economica, pero lo ensangrentò con horrendos crimenes y violaciones de los mas
elementales derechos ciudadanos, todos los otros regimenes autoritarios se caracterizaron por su corrupcion e ineptitud, y empobrecieron barbaramente
a los paises ademas de maltratar, asesinar y exiliar a sus opositores. El verdadero progreso no puede medirse solo con estadisticas de crecimiento economico; si este no va acompañado de, y apoyado en, similares avances en la educacion, la salud, las oportunidades de trabajo, el acceso a la propiedad
y el respeto de la ley, es un progreso ficticio y precario -como se comprueba
en estos dias en Asia, con el cataclismo que se ha abatido sobre aquellos
otros modelos de " desarrollo con autoritarismo "- y puede desplomarse ante
la menor crisis. Solo un regimen de legalidad y libertad da a las politicas
de mercado la legitimidad necesaria para perdurar, y, al mismo tiempo,
impulsa el desarrollo social y cultural, sin el cual el progreso economico se convierte en el monopolio de una pequeña minoria de privilegiados. Por eso,
los paises mas prosperos del mundo son, tambien, aquellos donde la democracia
es mas solida.
Lo sucedido en Chile entre 1973 y 1990 en el ambito economico fue la excepcion, no la regla, de lo que ha pasado siempre con las dictaduras militares.
Estas siempre han hecho crecer el Estado y multiplicado el dirigismo estatal
y las practicas intervencionistas (" Gobernar el pais como si fuera un cuartel "). En Chile ocurriò lo contrario, pero no porque el general Augusto Pinochet, que, segun confesion propia, nunca supo mucho de economia, fuera un seguidor de las doctrinas de Adam Smith, sino en desesperacion de causa. La crisis economica habia tocado fondo y el pais parecia a punto de
desintegrarse en el caos de la hiperinflacion. Nadie, en el estamento
militar golpista, sabia que receta aplicar al enfermo agonizante. En estas circunstancias, ofrecieron sus servicios los famosos " Chicago boys " y el dictador los dejò poner en practica sus teorias. Ellos no hicieron otra
cosa que aplicar a Chile las politicas que, matices mas o menos, se
aplicaban en Estados Unidos, Gran Bretaña y buen numero de paises occidentales, sin necesidad de llamar a los militares para que las respaldaran. El buen
resultado que obtuvieron estas reformas econ=F3micas no justifica la
dictadura; por el contrario, prueba que la libertad individual, no la
coaccion estatal, es tambie indispensable si se quiere alcanzar el desar
rollo economico. Esta es, por fortuna, la idea que parece haberse ido
abriendo camino en el resto de America Latina, donde, con las excepciones
de Cuba y Perù y, tal vez, de la Colombia desintegrada por el narcotrafico
y la corrupcion, el modelo que coincita cada vez mayores consensos no es el 'pinochetista' de autoritarismo y mercado, sino el de democracia politica
con libertad economica.
Los partidarios de Pinochet, y el mismo, comparan su reimen, no con los silvestres despotismos latinoamericanos, sino con el de Franco, en España.
En efecto, ambos tuvieron mucho en comun: desde la aficion ceremonial
civico-castrense -uniformes, desfiles, retorica patriotera y tradicionalista- que dio a ambos sistemas un semblante entre siniestro y kitsch, hasta su
empeño de legitimarse mediante elaboradas operaciones legales y amarrar el futuro con Constituciones ad hoc. Franco y Pinochet se jactaron, por igual,
de ser los salvadores de sus pueblos para la tradicion occidental y cristiana frente a las amenazas del comunismo ateo. Este argumento fue desbaratado
por la historia reciente: España y Chile estan hoy, que son democracias liberales, mas enraizados en la genuina cultura occidental, la de la libertad, el pluralismo y la tolerancia, que cuando eran dictaduras. Y tanto en
España como en Chile, la Iglesia catolica, que en un principio apoyò a
aquellas, termino haciendo causa comun con la oposicion democr=E1tica
y fue un factor decisivo para su desaparicion.
La nostalgia y defensa de Pinochet, encubre, en verdad, una vision
profundamente despectiva de los pueblos atrasados. La idea de que no son
aptos para gobernarse a si mismos ni capaces de salir por su propio esfuerzo
del estado en que se encuentran. Que necesitan de un puñado de capataces viriles, o de un superhombre -Caudillo, Jefe Maximo, Compañero Jefe-
armados de ideas y de buenos latigos, que decidan por ellos y, a golpes
si hace falta, los arranquen de su indolencia y los arreen por el camino
del progreso. La idea de que la democracia es un lujo de pueblos ricos y
cultos, algo que no puede florecer en la putrefaccion y las miasmas del subdesarrollo. Naturalmente, quienes piensan asi acusan una prodigiosa ignorancia historica, pues la verdad es la contraria: esos salvadores providenciales, que, amparados en la fuerza, se arrogaron la responsa
bilidad de sustituir a sus pueblos, -Somoza, Trujillo, Perez Jimenez,
Velasco, Peron, Fidel Castro y compañia- han contribuido, mas que nadie,
a prolongar el atraso de sus paises y a aumentar los obstaculos para su modernizacio.
Aunque el regimen que presidiò el general Augusto Pinochet entre 1973 y
1990 tuvo, a diferencia de otros, indiscutibles exitos economicos,
pertenece a esta tradicion incivil, que es la verguenza de America
Latina, y por eso son loables los esfuerzos de los democratas chilenospara denunciarlo y pedirle responsabilidades.