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Archivio Partito radicale
Perez Ledesma Manuel - 1 aprile 1981
ORIGENES E HISTORIA DEL PARTIDO RADICAL (2)
Manuel Pérez Ledesma

SUMARIO: El autor ilustra a lo largo de este estudio preliminar los orígenes, el nacimiento y la historia del Partido Radical hasta comienzos de 1981 (por lo que no refleja la opción transnacional adoptada en 1988). Analiza el marco histórico italiano en el que se desarrolló el partido y su relación con el mismo y con el resto de los demás partidos.

El Partido Radical se ha caracterizado siempre por sus luchas en pro de los derechos civiles utilizando los referéndums populares como método democrático para dar voz y voto al pueblo. Los radicales han sido los promotores de las campañas sobre el divorcio, el aborto, los delitos de opinión y en pro de la libertad de expresión, la responsabilidad de los jueces, el derecho al voto a los 18 años, la objeción de conciencia, el desarme, la desmilitarización de las fuerzas de la policía, la salida de la Otan, la conversión de las estructuras militares en estructuras civiles, contra las centrales nucleares, contra la caza, en pro de la alternativa verde, la no-violencia gandhiana y el ayuno como arma no-violenta, el anticlericalismo, la confiscación de los bienes eclesiásticos y la lucha contra el Concordato, la reforma de la educación escolar, la defensa de los derechos de la mujer, de los homosexuales (afirmación de una conciencia sexual laica y libertaria), la defensa de los inválidos, y de los disminuidos ment

ales, la modificación del Código Penal italiano intacto desde la época fascista, la lucha contra el azote del hambre en el Tercer Mundo, la denuncia del monopolio de la información (en especial de la televisión estatal italiana - la RAI), y la elaboración de una nueva ley sobre la droga.

(del libro "La alternativa radical", editorial fundamentos, Madrid 1981).

5. El partido de los derechos civiles.

El paso de la pequeña minoría activa en diversas campañas de masas al lanzamiento de un auténtico partido, iniciado en el Congreso de Turín, todavía exigío en los dos años siguiente un importante acopio de energías y la superación de fracasos parciales y d situaciones auténticamente críticas. A finales de 1972, el PR contaba ya con 1300 afiliados y otros mil "sostenedores no inscritos"; y en 1973 había abierto 21 sedes en las principales ciudades del centro y del norte de Italia, y comenzaba la publicación de un diario, Liberazione, dirigido por Marco Pannella, que por falta de recursos tuvo que cerrar a los pocos meses. Con esta base mínima, en el Congreso extraordinario de 1973 se acordó lanzar una campaña de recogida de firmas para la celebración de ocho referéndums.

Aunque los radicales no fueron los primeros que utilizaron en Italia el arma política del preferéndum (habían sido precedidos por los grupos clericales antidivorcistas, que a partir del 1971 intentaron derogar la ley del dovorcio), y aunque el referéndum no figuraba entre sus formas iniciales de acción, sin embargo a partir de 1973 se tiende a identificar sin más acción radica y referéndum. La razón de esta identificación es muy sencilla: durante los últimos años, el PR ha sido el único grupo que ha dado al referéndum un papel central en sus luchas. Como señala Emma Bonino, son dos las causas principales de esta elección: por un lado, el referéndum permite dar "una salida institucional a las batallas" radicales, evitando que se queden en acciones puntuales sin continuidad ni repercusión política; por otro, es "un instrumento de democracia directa capaz de corregir a la democracia delegada, a la democracia parlamentaria" (36). Con la utilización del referéndum abrogativo, previsto en el artículo 75 de la Cons

titución italiana e 1947 y regulado por una ley de 1970, se podría - afirma, por su parte, Massimo Teodori - "superar el inmovilismo de los partidos (...), sacudirlos desde dentro y desde fuera".

A partir de estas consideraciones, las primeras propuestas de referéndum elaboradas por los radicales tenían como objeto último, según las declaraciones del PR, el establecimiento de "una república auténticamente constitucional". Los temas seleccionados en 1973 respondían a las preocupaciones clásicas del partido. Dos de ellos estaban destinados a abrogar el Concordato de 1929; otros dos tenían un contenido antimilitarista, y se dirigían contra el Código militar vigente en periodos de paz y contra el ordenamiento jurídico militar; dos más iban dirigidos a reforzar la libertad de expresión, frente a las limitaciones legales a la libertad de prensa y a la creación de un "cuerpo de periodistas"; el séptimo intentaba acabar con las disposiciones legislativas sobre el monopolio estatal de la TV, y conseguir el reconocimiento de la libertad de antena (en concreto, para la Televisión "por cable"); y el último trataba e conseguir la abrogación e los artículos del Código penal que más directamente reflejaban "la conc

epción autoritaria y fascista" inspiradora del mismo, y en concreto de los relativos a los delitos de opinión, al aborto o a los delitos sexuales. Tal conjunto de temas no sólo estaba destinado a acabar con los residuos legales del fascismo, que veinticinco años de vida democrática no habían conseguido liquidar; desde la óptica de los radicales, tenía que servir también para romper el equilibrio estático del sistema político italiano y movilizar fuerzas que pudieran constituir una mueva mayoría vencedora del inmovilismo: "una alternativa democrática de clase".

Pero las fuerzas con que contaban los radicales, pese al proceso de relanzamiento, no eran todavía suficientes para llevar a cabo un proyecto tan ambicioso. Aunque inicialmente otros grupos de la izquierda parlamentaria y extraparlamentaria, desde la izquierda republicana a Lotta Continua, Avanguardia Operaia o Il Manifesto, se declararon a favor de las propuestas referendarias, en el primer semestre de 1974 la atención de estos grupos se dirigió fundamentalmente a la lucha a favor del divorcio; y los radicales no consiguieron por sí solos más que unas 175.000 firmas, muy por debajo del medio millón requerido para la presentación de un proyecto de referéndum. El fracaso provocaría una crisis interna, que culminó con la dimisión del primer secretario nacional, Giulio Ercolessi, y que sólo la capacidad de acción y movilización de Marco Pannella consiguió detener.

un mes antes del referéndum sobre el divorcio, celebrado el 13 de mayo del mismo año, ante la negativa de la televisión estatal a admitir intervenciones de los grupos o partidos extraparlamentarios, algunos radicales comenzaron una huelga de hambre, a la que el 3 de mayo se unió Pannella. Pasado el referéndum, permanecía este objetivo, y con él continuaba el ayuno del líder radical, que llegó a durar 90 días, apoyado por pequeños grupos afiliados al PR. Los fines de esta dramática actuación se ampliaron también: durante el "verano cálido" del 74, Pannella y los demás huelguistas, apoyados por el resto del partido, reclamaban entre otras cosas que se garantizara la información sobre las minorías laicas en televisión, se abriera de inmediato el debate sobre el aborto en el Parlamento, se reconociera el derecho de voto a los dieciocho años, y se hicieran públicas las investigaciones sobre diversos escándalos realizados por una comisión parlamentaria. Tras una dura resistencia, el 18 de julio Pannella fue recibi

do por el Presidente de la República, Leone; y el mismo día aparecía por primera vez en televisión, en una discusión sobre el derecho de familia, aprovechada por él para referirse en términos muy duros al tema del aborto.

La acción del líder radical, que no acabó su huelga de hambre hasta mediados de agosto, permitió al PR llegar a millones de personas a través de la RAI-TV, supliendo así las limitaciones organizativas del partido, y provocó un intenso debate intelectual y político. Mientras Pasolini subrayaba el valor de la no violencia y de los principios "meta-político" de los radicales, Ferrara, por el PCI, afirmaba que los derechos civiles no representaban un tema central o urgente para la vida política italiana, y que las acciones de los grupos minoritarios no debían sustituir a las masas y a los partidos que las representaban. Al margen de estas discusiones, la opinión pública se había visto afectada directamente por la capacidad de acción radical, por la utilización del ayuno y de la desobediencia civil como instrumentos de acción política al servicio de objetivos democráticos de las minorías. Un sondeo publicado pocos meses después por la revista Panorama puso de manifiesto el alcance de esta influencia: un 3,9 por c

iento de los entrevistados se declaraba dispuesto a votar por las listas de alternativa radicales.

En el seno del PR, la iniciativa de Pannella permitió superar la crisis derivada del fracaso en la primera campaña referendaria. Un año antes, el mismo Pannella había decidido retirarse del partido para dejar paso a nuevos dirigentes, y había comenzado la búsqueda de nuevas formas de actuación política, que le llevarían a la creación de la "Lega XIII Maggio-Movimento socialista per i diritti e le libertá civili", e incluso a solicitar el ingreso en el Partido Socialista. Pese a ello, Pannella seguía siendo la figura clave del PR, el líder capaz de impulsar y canalizar las energías de los militantes del partido. Su largo y dramático ayuno reforzaría este liderazgo, dotándole de caracteres carismáticos, tanto para la base del PR como para un amplio número de ciudadanos, como las elecciones de 1976 pusieron de manifiesto,

Superada la crisis interna, con el Congreso de 1974 comenzó una fase de intenso dinamismo radical, centrado en tres objetivos fundamentales: el intento de crear una auténtica alternativa socialista y libertaria, la elaboración de una "Carta de las libertades" como base para un posible programa común de la izquierda, y la lucha a favor del aborto a través el referéndum y de las acciones de desobediencia civil. El evidente fracaso de la mayoría de las acciones de desobediencia civil. El evidente fracaso de la mayoría de las organizaciones de la nueva izquierda, cuyo desarrollo había sido muy inferior a las expectativas despertadas al final de los años sesenta, y la definición del PR como un partido socialista y libertario obligaba a los radicales a volver la vista hacia el Partido Socialista, que tras el fracaso de las experiencias del centro-izquierda estaba perdiendo progresivamente fuerza en el país, pero representaba la única posibilidad de impulsar una alternativa al régimen "parasitario, improductivo y c

lientelar" de la DC. El éxito de la renovación socialista en Francia, tras la creación del nuevo Partid Socialista Francés (PSF) en 1970 y la aprobación dos años después de un programa socialista de carácter autogestionario, permitía esperar una renovación similar en Italia, Por ello, la moción aprobada por el Congreso radical de 1974 reclamaba, como paso previo para el triunfo de una alternativa a la DC, el fortalecimiento de la "componente socialista-libertaria, única capaz de reequilibrar y reforzar a toda la izquierda italiana". Dentro de esta gran fuerza socialista y libertaria, que debería atraer al 20 por ciento del electorado italiano, el PR estaba dispuesto a ofrecer su propia contribución autónoma, "no con una acción de agitación que sólo sirva como presión frente a los partidos parlamentarios de izquierda y a los sindicatos, sino promoviendo y desarrollando nuevas luchas de libertad y liberación, convirtiéndose en un punto de referencia y de coordinación federativa de los nuevos movimientos libert

arios, democráticos y socialistas, nacionales y locales, trabajando para crear nuevas condiciones de democracia y para darles salidas políticas e institucionales adecuadas; en otras palabras, no para erosionar sectariamente los márgenes políticos y electorales de los otros partidos, sino al contrario para ampliar la potencialidad del socialismo y de toda la izquierda" (37). n la moción del año siguiente, se proponía al PS el establecimiento de relaciones de federación y la elaboración conjunta de un programa de gobierno que sirviera de base para la discusión de un programa común de la izquierda; pero esta oferta no fue acogida por el congreso socialista, y por ello el PR decidió finalmente preparar listas electorales propias, como única forma de conseguir la presencia ante el electorado y en el Parlamento de la "posición socialista, laica y libertaria".

Como base para el diálogo con el PSI y con las demás fuerzas de la izquierda italiana, tanto parlamentarias como extraparlamentarios, el Partido Radical había propuesto elaborar un conjunto de proyectos de ley de iniciativa popular y de referéndums abrogativos, que sirvieran par la "puesta en funcionamiento de la Constitución republicana en todos los campos de la vida política, civil y social", y para "la formación plena e irreversible de la democracia y los derechos civiles". Este acuerdo del Congreso de 1975 se concretó en los meses siguientes en la redacción de una Carta de la libertad, presentada por los radicales en febrero de 1976. En sus 174 artículos se recogía la más amplia formulación de los derechos de los ciudadanos como individuos y como miembros de comunidades obligatorias o voluntarias, al lado de un conjunto de "derechos de los ciudadanos que se encuentren en condiciones especiales de desigualdad o marginación" (como los menores, las mujeres, los enfermos los ancianos, las minorías sexuales y

étnicas, los gitanos, los minusválidos o los drogadictos), y del reconocimiento de los derechos de los objetores de conciencia. El texto, en apoyo del cual los radicales pretendían conseguir un millón de firmas, representaba el intento más ambicioso de dar una base institucional a las acciones realizadas durante una docena de años por el PR; pero la convocatoria de elecciones anticipadas en junio de 1976 obligó a los radicales a apoyar los acuerdos del XV Congreso y a presentar listas propias al Parlamento y al Senado en todo el territorio nacional, y por ello se detuvo la campaña de recogida de firmas.

Con todo, las actuaciones más significativas de los radicales seguían siendo las que combinaban la acción popular de masas con la acción directa en torno a problemas concretos. El Congreso de 1974 había recordado la necesidad de combatir los casos más graves de discriminación y de injusticia social mediante "formas de desobediencia civil, colectiva y organizada"; y la lucha por el aborto representó el terreno adecuado para la puesta en práctica de esta recomendación. Aunque en 1973 loris Fortuna había presentado en el Parlamento un proyecto de ley sobre el aborto, el retraso en la discusión del mismo obligaba a intensificar la presión popular; por ello, durante el "verano cálido" de 1974 una veintena de miembros del MLD ayunaron para acelerar el debate parlamentario, a la vez que continuaban las autodenuncias, y se recogían 13.000 firmas en apoyo al proyecto Fortuna (38). Pero la acción más espectacular vendría por otro camino. En 1973 se había creado el Centro Italiano Sterilizzazione e Aborto (CISA), dirig

ido por Adele Faccio, en defensa del "aborto libre, gratuito y autogestionado", que un año más tarde se federó con el PR. A comienzos de 1975 la policía descubría, basándose en denuncias de la extrema derecha, una clínica clandestina organizada por el CISA en Florencia, y detenía al médico Giorgio Conciani. Unos días más tarde, el secretario nacional del PR, Gianfranco Spadaccia, declaraba: "Desde ahora asumimos nuestras responsabilidades políticas y militantes. Las asumimos como CISA, que está federado al Partido Radical. Las asumimos como Partido Radical, que apoya y sostiene la actividad del CISA. Como secretario nacional del partido estoy a disposición del juez de Florencia, y, si lo considera oportuno, de sus carabineros y agentes, como lo está toda la secretaría y la dirección nacional del partido". (39). Tras su detención, se produjo la de Adele Faccio, a la salida de una conferencia nacional sobre el aborto celebrada en Roma el 25 de enero, en la que la presidente del CISA había afirmado: "Sólo la mu

jer tiene el derecho a elegir si aborta o no, porque la maternidad es cosa seria, mucho más seria de lo que la Iglesia quiere admitir. Es una cosa importante, y los hijos que nacen de mujeres libres son hombres libres". La repercusión de estas detenciones fue inmediata: además del aumento de las autodenuncias, en la primavera de 1975 comenzaba la recogida de firmas para un referéndum abrogador de las normas del Código Penal sobre el aborto que, con el apoyo de L'Espresso de la "Lega XIII Maggio", superó en tres meses la cantidad exigida por la ley, llegando a alcanzar los 750.000 firmantes. Para evitar su celebración, los partidos parlamentarios comenzaron en marzo de 1976 la discusión de un proyecto de ley sobre el aborto; pero las discrepancias eran tan grandes que impidieron la pervivencia del Gobierno y obligaron a convocar elecciones anticipadas para el mes de junio.

La desobediencia civil, utilizada como arma básica en la lucha por el derecho de aborto, había sido empleada también en otros campos. En defensa e un proyecto de ley sobre las drogas, que despenalizaba las drogas blandas, Pannella decidió fumar hachís en público el 1 de julio de 1975, y tres días más tarde un grupo de radicales hacía lo mismo en una manifestación celebrada en pleno centro de Roma. Gracias a esta presión, a finales de año se había aprobado en el Parlamento una ley sobre el tema, considerada insuficiente por los radicales aunque mejor que las normas vigentes hasta entonces. Con este triunfo, con la conquista de la mayoría de edad a los 18 años, y con el éxito en la recogida de firmas para el referéndum sobre el aborto, los radicales se enfrentaron por vez primera a unas elecciones legislativas, acabando con la actitud abstencionista o de apoyo a otras fuerzas mantenida hasta entonces (40).

Siguiendo los acuerdos de los últimos Congresos, antes del comienzo de la campaña electoral el PR trató de establecer una alianza con el Partido Socialista, basada en el compromiso de una acción conjunta en el Parlamento y en la promoción de los referéndums previstos. Pero el intento fracasó por la negativa el PSI; y lo mismo ocurrió con la propuesta de una acuerdo técnico con los grupos integrados en Democrazia Proletaria para conseguir el cociente electoral mínimo necesario, según la legislación italiana, para participar en el reparto de escaños. Por ello, el PR tuvo que presentarse solo, con su nuevo símbolo, "la rosa en el puño" (que sustituía al tradicional, "mujer con un gorro frigio"), en todas las circunscripciones. Sus listas electorales, en las que el 55 por ciento de los candidatos y todas las cabezas de lista eran mujeres, sólo consiguieron el apoyo del MLD, la LOC y el sector radical del FUORI, y tropezaron con las dificultades tradicionales para el acceso a la Televisión de los grupos minoritar

ios. Una ayuno parcial de Marco Pannella, que comenzó el 16 de abril y se convirtió en ayuno toral en la semana del 25 de abril al 3 de mayo, permitiría por fin superar este obstáculo. De nuevo, el objetivo de la huelga de hambre ere el reconocimiento de los derechos democráticos básicos: "No tratamos de hacer que se acepten nuestros principios - dijo Pannella -; exigimos lo mínimo ..., es decir el respeto de la legalidad, la reintegración de las reglas de la democracia violada"; en concreto, "el derecho de todos los ciudadanos a conocer para poder deliberar y elegir", que representa "el fundamento mismo del sufragio universal, del poder del pueblo, de la democracia política, del pacto social". La aparición en televisión y la campaña realizada a través de Radio Radical de Roma sirvieron para difundir los contenidos centrales de la propaganda radical: defensa de los derechos civiles, alternativa al régimen de la DC, crítica a las capitulaciones de la izquierda clásica.

Gracias a esta campaña, al prestigio de algunas figuras del PR y al capital político acumulado en veinte años de acciones a favor de los derechos civiles, fue posible superar en la circunscripción de Roma, aunque por escaso margen, el quórum necesario para participar en el reparto de escaños. Con un 1'1 por ciento del total nacional de votos (394.439 votos), cuatro radicales conseguían un puesto en el Parlamento: Marco Pannella, el líder conocido por sus largos ayunos y por sus intervenciones en televisión, y considerado por muchos como la personificación del PR; Mauro Mellini, cuya actuación había sido decisiva en las luchas por el dovorcio; y Adele Faccio y Emma Bonino, que en 1975 habían tenido un papel central en el CISA y en la desobediencia civil a favor del derecho al aborto. Desde 1948, era la primera vez que una fuerza no parlamentaria ni surgida de una escisión de partidos parlamentarios conseguía entrar en el Parlamento italiano. Democrazia Proletaria, con el 1'5 por ciento de los votos y 6 escaño

s, representaba la otra corriente de la nueva izquierda - aunque formada en parte por sectores escindidos del PSI o del PCI - que accedía a la vida parlamentaria. En unas declaraciones a Corriere della Sera, Gianfranco Spadaccia, secretario nacional del PR, explicaba así las razones del éxito:

"En sólo tres meses hemos conquistado la confianza de un electorado que no nos conocía. Debemos estos resultados sobre todo a nuestra credibilidad. Somos la única fuerza política que ha hecho siempre lo que había prometido hacer, cosa rara en un país en el que los gobiernos no gobiernan y las oposiciones no se oponen. Y además la gente ha comprendido que lo que la Malfa (el líder republicano) llama nuestro utopismo, está ligado a exigencias profundas y sentidas de cambiar la calidad de la vida" (41).

Los resultados de un análisis del voto radical, realizado poco después de las elecciones del 20 de junio, pueden servirnos para descubrir las principales características del electorado del PR (42). La propaganda del PR había calado sobre todo en la ciudades, en especial en las grandes urbes: los municipios con más de 100.000 habitantes dieron un porcentaje del 1'5 por ciento, superior a la media nacional; u en las circunscripciones de Roma, Milán, Turín y Génova se había conseguido el 38'1 por ciento del total de los votos del PR. El voto radical era un voto "difuso", extendido por todo el país, aunque con mejores resultados en el triángulo industrial del Norte que en el Centro o en el Sur de Italia; y esta difusión no estaba relacionada con la existencia de organizaciones del partido, lo que demuestra la importancia de las intervenciones televisivas. Era, además, un voto fuertemente personalizado: las preferencias electorales, que pueden plasmarse en el sistema electoral italiano, alterando el orden de la l

ista, se concentraban sobre Marco Pannella en todas las circunscripciones en las que aparecía su nombre, siempre en segundo lugar. El voto radical era, por tanto, más el voto a un líder carismático que a un partido en su conjunto,. Un muestreo en algunas ciudades demostró, por fin, que la mayoría de los votos radicales procedían de las zonas urbanas de clase media, y no de los barrios populares: los electores del PR eran, por lo general, miembros de la "burguesía libertaria" o de las "clases medias progresivas", con un nivel elevado de instrucción, y que en elecciones anteriores se habían inclinado normalmente por el PSI. Pese a ello, en ciudades como Milán o Bolonia, la opción radical había atraído también a sectores marginados del desarrollo urbano (cono ancianos o miembros del subproletariado).

Estas características del voto radical se corresponden con bastante exactitud con los datos disponibles sobre la extracción social de los militantes radicales en 1976. Según Piero Ignazi, autor de una encuesta sobre los afiliados al PR asistentes al Congreso de Nápoles de 1976, la escasa presencia de trabajadores y de miembros de la pequeña burguesía, y el predominio de estudiantes, empleados del sector público y privado, profesores de Enseñanza Media y universitaria y profesionales liberales, permitía definir al PR como "un movimiento político urbano, juvenil, medio-alto burgués", cuya principal base social se encontraba en "aquellos segmentos juveniles del tejido urbano con un alto nivel de instrucción y procedentes de la clase media-alta" (aunque en 1975-76 se había producido una ampliación de esta base social con la entrada de jóvenes de origen proletario). Los motivos principales de su militancia no respondían, en la mayoría de los entrevistados, a la adhesión pragmáticas a temas específicos (feminismo,

antimilitarismo, etc.), sino a la adhesión ideológica al proyecto político global del PR: entre los temas presentados en la encuesta sobre motivaciones, "la lucha por los derechos civiles" consiguió el 75'8 por ciento de preferencias, seguida de "la organización libertaria y antiburocrática" 856'1 por ciento", "el método no violento" (47 por ciento) y "la estrategia de alternativa de izquierda" (42'6 por ciento) (43).

6. En el Parlamento y en el país.

La entrada de cuatro radicales en el Parlamento italiano suponía un cambio sustancial en la propia imagen del PR: su papel tradicional, como grupo animador de campañas políticas en el país y promotor desde fuera del Parlamento de procesos reformadores, dejaba paso a la nueva posición de fuerza política con capacidad para presentar directamente sus propuestas en el marco parlamentario. La readaptación de la estrategia radical a esta nueva situación planteaba una pluralidad de problemas de especial envergadura: qué relaciones se establecerían entre el grupo parlamentario y el conjunto del partido?; se convertiría a los diputados en simples "correas de trasmisión" de las propuestas del PR, o por el contrario se subordinaría la acción del partido a las iniciativas y acuerdos logrados en el Parlamento?; cuáles iban a ser las formas de acción y las alianzas de los parlamentarios radicales?; y en general, en qué medida interferiría su acción en la marcha global del PR, y en su relación con los problemas polític

os del país?.

Como es bien sabido, este tipo de problemas se han planteado siempre como consecuencia del acceso a las instituciones legislativas de representantes de partidos hasta entonces extraparlamentarios. Ante esta situación, las previsiones iniciales suelen señalar que los diputados dependen de las decisiones del partido, y no al revés, y que su función es servir de portavoces de las iniciativas del conjunto e la organización. Pero como ya demostró Michels en su estudio clásico de la socialdemocracia alemana, el resultado habitual es totalmente opuesto a estas previsiones: el grupo parlamentario suele acabar convirtiéndose en la auténtica dirección del partido, que no acepta la supervisión del ejecutivo partidario e incluso incumple sin escrúpulos los acuerdos de los Congresos del partido, llega a desautorizar las actuaciones de sectores del mismo y acaba obligando a la base partidaria a supeditarse a sus propias iniciativas y a su dinámica parlamentaria. Comentando la situación alemana de comienzos de siglo, Miche

ls afirmaba: "Hoy las masas socialistas de Alemania se han acostumbrado a la idea de que la lucha decisiva en favor de los objetivos tan caros a sus corazones tendrá lugar en el parlamento, y por esa razón evitan cuidadosamente hacer algo que pueda crear dificultades a sus representantes parlamentarios. Esta convicción determina permanentemente la conducta de las masas en relación con sus líderes. Por eso en muchas cuestiones la conducta del grupo parlamentario es en verdad decisiva: suprema lex" (44). y sus observaciones podrían extenderse a la inmensa mayoría de los partidos, y en especial a los partido obreros de la izquierda tradicional, convertidos muchas veces en puros apéndices de sus grupos parlamentarios.

Para los radicales, se trataba de un problema de vida o muerte. La reproducción de las prácticas habituales significaría perder el carácter de "partido del movimiento" mantenido durante los quince años anteriores. Y la alternativa contraria, la conversión de los parlamentarios en pura "correa de transmisión", además de resultar irrealizable a plazo medio, iba en contra de las previsiones del Estatuto de 1967 sobre la autonomía de los cargos elegidos y de su responsabilidad exclusiva ante sus electores, y no ante el partido. La respuesta a este dilema fue doble: por un lado, los diputados radicales, manteniendo su autonomía y sin someterse a una disciplina de grupo parlamentario iniciaron una actuación que reproducía en parte en el seno del Parlamento las formas de acción tradicionales del PR; al mismo tiempo, el partido continuaba e intensificaba sus campañas anteriores, centradas de nuevo en la recogida de firmas para un conjunto de referéndums abrogativos y en la defensa de prácticas de desobediencia civil

.

En la actividad parlamentaria, centrada en la presentación de numerosas propuestas de ley sobre derechos civiles, y en frecuentes mociones, preguntas e interpelaciones al Gobierno, a veces sobre cuestiones muy conflictivas, la actuación radical estuvo inspirada desde el primer momento por el deseo de transformar el Parlamento en el lugar de conflicto entre las diversas fuerzas políticas, impulsando los debates en los plenos frente a la tendencia generalizada a aumentar el trabajo de las comisiones y a dar un papel prioritario a las negociaciones extraparlamentarias entre los dirigentes de los partidos (45). Con ello, además de abrir el camino para la adopción de un papel dinámico y no puramente marginal, se trataba de fortalecer el papel central del Parlamento en la lucha política y el derecho de todo diputado a intervenir en el debate y solución de los problemas planteados. Dado el número reducido de parlamentarios radicales, y siguiendo la práctica desarrollada hasta entonces en la sociedad civil, desde el

primer momento intentaron establecer una amplia alianza con otras corrientes, en especial con los diputados socialistas, a quienes propusieron formar un grupo común, siempre que se respetara en su seno la libertad de voto, y con los representantes de Democrazia proletaria. El objetivo - señala Bettinelli, asesor de los primeros diputados radicales - era establecer en el terreno de los derechos civiles un bloque de fuerzas progresistas, opuesto frontalmente y sin posibilidades de compromiso a los sectores conservadores de la Cámara. Pero la política del PSI, subordinada a los grupos parlamentarios más numerosos (la DC y el PCI), y el acercamiento de los diputados de Il Manifesto a las posturas del PCI impidieron esta confluencia. Ante la imposibilidad de salir de su aislamiento, los diputados radicales empezaron muy pronto a buscar aquellos resquicios del reglamento parlamentario que permitieran una actuación decidida y no convencional, cuyas repercusiones en la vida política fueran superiores a las que pare

cían corresponder al escaso número de sus efectivos. El obstruccionismo parlamentario, facilitado por el derecho reglamentario de todo diputado a intervenir en cualquier discusión sin límite de tiempo, era el instrumento adecuado; pero su eficacia y espectacularidad sólo se pondrían de manifiesto tras las elecciones de 1979, en las que aumentó el número de diputados radicales, y por ello se multiplicaron sus posibilidades de acción.

En conjunto, y frente a los acuerdos más o menos expresos entre los seis partidos del arco constitucional (PLI, DC, PRO, PSIDI, PSI, PCI), la contribución parlamentaria de los radicales era, como señaló Pannella en agosto de 1976, "una contribución apasionada y dura sobre las cosas más importantes (...) en las luchas para la conquista de nuevas libertades, de nuevos derechos". Aunque autónoma, esta actuación exigía como complementaria la acción en el país, para evitar su aislamiento e inutilidad.

Mientras en el Parlamento se formulaba y desarrollaba esta estrategia, el Partido Radical mantenía sin cambios las formas y contenidos de acción de los años anteriores al éxito electoral. Como prueba de esta continuidad, el Congreso celebrado en Nápoles en noviembre de 1976 rechazó toda tentación electoralista, recomendando que no se presentaran candidatos radicales en las elecciones previstas para el año siguiente, para no impedir la actuación en torno a "los compromisos prioritarios de las luchas radicales". Y en lugar de limitar la actividad del partido, y de depositar sus esperanzas en los diputados recientemente elegidos, decidió relanzar la campaña de referéndums en torno a varios temas ya presentados en 1973 (la abrogación del Concordato, de las normas del Código Penal sobre delitos sindicales y de opinión, la desaparición de los Tribunales militares ...), y a nuevas cuestiones, como la ley "Reale" sobre le orden público o las leyes sobre el financiamiento público de los partidos. El Congreso recordó

también la necesidad de continuar las acciones no violentas de desobediencia civil - definida como "Método constitutivo de la acción radical" -, en especial en defensa del "aborto libre y gratuito" y de la legalización de las drogas blandas. El deseo de pasar del "antagonista radical al protagonista socialista", como señalaba el lema del Congreso, obligó a plantear directamente la actitud radical ante los temas económicos, escasamente abordados en los años precedentes; y a defender frente a ellos, no la búsqueda de "una respuesta ideológica unívoca y totalizadora", sino la individuación de los problemas y la lucha por objetivos concretos, siguiendo las formas de acción utilizadas en las luchas por los derechos civiles. Por primera vez se definía la necesidad de enfrentarse a los problemas ecológicos y se proponía la creación de "formas alternativas y autogestionadas de producción" impulsadas por el partido, a la vez que se reclamaba el estudio de posibles referéndums sobre temas económicos concretos. Con ell

o, el Congreso empezaba a cubrir uno de los campos hasta entonces abandonados por los radicales, cuya escasa preocupación por las reformas económicas había sido criticada en diversas ocasiones por el resto de la izquierda.

Además de su sentido tradicional como forma de democracia directa y como instrumento para liquidar los rasgos fascistas o autoritarios de la legislación vigente y ampliar los derechos civiles, la campaña de referéndums de 1977 tenía un importante significado coyuntural: representaba la plasmación de la lucha radical a favor de una alternativa de izquierdas frente a los intentos del PCI, tras su triunfo electoral de 1976, por crear un clima de normalización política y social que permitiera el éxito del "compromiso histórico" (46). Como diría Pannella, el PR no estaba a favor del compromiso, sino de un "enfrentamiento histórico de clase u de liberación social", tan alejado del maximalismo revolucionarista como de la espera y la renuncia a toda iniciativa. En el referéndum se concretaba "la cía del lápiz y la mesa a la revolución", enfrentada a la pasividad de los partido mayoritarios e la izquierda, y también a las actitudes violentas que en esta año alcanzarían un gran impacto en el movimiento estudiantil y j

uvenil, y sobre todo en el sector de la "Autonomía organizada" (47).

En junio de 1977, tras tres meses de recogida de firmas con ayuda de Lotta Continua y de algunos grupos locales o militantes de otros partidos, los radicales presentaban más de 700.000 firmas para cada uno de los referéndums. Aunque ya en el tema del aborto se había superado en 1975 el medio millón de firmas exigido por la ley, en esta ocasión el éxito era más notable porque se trataba de ocho referéndums, algunos de ellos sobre temas poco conocidos por la opinión pública, y porque no se había contado con el apoyo de ningún órgano de prensa de gran tirada. Pero estos brillantes resultados se vieron alterados por la negativa del Tribunal Constitucional a admitir cuatro de los ocho referéndums, medida que trajo consigo una nueva situación crítica para el PR. En respuesta, la secretaría nacional, Adelaide Aglietta (que poco después fue designada miembro del jurado en el proceso contra un grupo de brigadistas rojos), decidió cerrar la sede central del PR, como protesta ante las dificultades para el desarrollo de

la actividad militante. Aún así, y gracias al obstruccionismo parlamentario, se consiguió salvar dos referéndums, cuya celebración produjo resultados bastante positivos para el PR: pese a encontrarse aislado y enfrentado al resto de los partidos parlamentarios, llegó a conseguir un 46 por ciento de votos en el referéndum contra las normas sobre el financiamiento público de los partidos.

Las actuaciones del grupo parlamentario radical, el éxito parcial de los dos referéndums abrogativos de 19878 y los buenos resultados en las elecciones administrativas de Trieste y del Trentino en este mismo año, permitieron al PR enfrentarse con esperanzas a las elecciones del 3 de junio de 1979, a pesar de la crisis mencionada, y de la clausura durante la primera mitad de 1978 de la actividad política nacional del partido. Aunque algunos observadores habían considerado que el éxito electoral de 1976 era un fenómeno momentáneo que no tendría continuidad (como había ocurrido en 1946 con el movimiento del Uomo qualunque), y pese a que el PR no había conseguido en los tres años transcurridos aumentar su presencia organizativa en el país, salvo la excepción de la red de radios radicales, los resultados superaron incluso las previsiones más optimistas. Para el Parlamento, las listas radicales consiguieron 1.264.085 votos (3,5 por ciento del total, frente al 1,1 por ciento en 1976) y 18 escaños (48): entre los el

egidos, junto a los líderes tradicionales del PR, como Pannella, Teodori o Mellini, se encontraban algunas figuras surgidas en las luchas de los años 70 (Cicciomessere, Aglietta, Marisa Galli, Adele Faccio, Emma Bonino, Franco de Cataldo), intelectuales de prestigio como el novelista Leonardo Sciascia o la escritora y feminista Maria Antonietta Macciochi, expulsada poco tiempo antes del PCI, y líderes de grupos de la nueva izquierda, como Mimmo Pinto, dirigente del movimiento de parados de Milán, o Marco Boato, figura destacada de las luchas estudiantiles antiautoritarias de 1968 en la Universidad de Trento, e integrado después en Lotta Continua. En el Senado, para el que se presentaron el algunas circunscripciones listas conjuntas del PR y de Nuova Sinistra Unita (NSU), con un 2'5 por ciento de los votos se lograron dos puestos, ocupado por Gianfranco Spadaccia y Sergio Stanzani. Y en las elecciones para el Parlamento Europeo, celebrado siete días después, las listas radicales consiguieron un 3'7 por ciento

de los votos (1.285.056 votos) y tres escaños para Pannella, Bonino y Macciochi. El éxito era tanto más notable si se tiene en cuenta el estancamiento o incluso el retroceso del resto de la nueva izquierda: el Partido di Unitá Proletaria (PDUP) sólo consiguió 502.389 votos (1'4 por ciento) y seis puestos en Parlamento italiano, más uno en el Parlamento europeo; y Nuova Sinistra unita tuvo que conformarse con 294.951 votos (0'8 por ciento), lo que no le permitió entrar en el Parlamento italiano.

Los análisis del voto radical realizados tras estas elecciones confirmaban y matizaban algunas características aparecidas tres años antes. La mayor influencia del PR seguía ejerciéndose en el Norte y en las zonas periféricas de Italia, en las grandes ciudades, y en general en las capitales de provincia. Se había acentuado el apoyo juvenil al partido, aunque a diferencia de 1976 ya no se trataba sólo de jóvenes universitarios de clase media y media-alta, sino también de jóvenes de extracción obrera. En cuanto a la procedencia política de los votos, en el Norte y en el Centro las ganancias radicales correspondían a zonas donde el PCI había registrado pérdidas significativas, lo cual representaba una novedad respecto al origen predominante socialista de los votos de 1976. Por fin, la personalización observaba en las elecciones de 1976 en torno a Marco Pannella había disminuido, como consecuencia de la aparición de nuevos líderes o la presencia en las listas de figuras como Sciascia. Aunque Pannella seguía benef

iciándose del porcentaje más alto de votos de preferencia, se habían acortado las distancias que le separaban del resto de los dirigentes del PR. El Partido Radical ya no era "el partido de Pannella": "el electorado radical había reconocido - comenta Piero Ignazi -, tras la sólida figura del lider carismático, una nutrida representación de radicales a los que entregar el mandato y la confianza" (49).

Bajo el estímulo de este considerable avance electoral, en 1989 se puso en marcha una nueva campaña de recogida de firmas para la celebración de diez referéndums. Los temas reproducían en parte objetivos de las campañas anteriores: la supresión de los Tribunales militares y la anulación de los delitos de opinión del Código Penal, la eliminación de algunos artículos restrictivos de la ley sobre el aborto, la desaparición de la cadena perpetua, la legalización de las drogas blandas, o la derogación del llamado "decreto Cossiga" sobre orden público, que recortaba la libertad de expresión o el derecho a la defensa de los acusados. En cambio, otros recogían temas nuevos: así los referéndums contra la caza o las centrales nucleares, reflejo del creciente interés radical por la problemática ecologista; y los referéndums contra el derecho a llevar armas o contra la militarización de la Guardia de Finanzas, nueva formulación de los postulados clásicos antimilitaristas y no-violentos del PR (50). El llamamiento del XX

III Congreso Extraordinario, de marzo de 1980, en favor de estos "diez referéndums de defensa de la vida, de la paz, del derecho y de la ley constitucional", y la propuesta de unidad de acción de la izquierda en torno a ellos, tuvieron una repercusión claramente superior a la de los intentos anteriores: en los meses de marzo a junio se había superado la cifra de cinco millones de firmantes, gracias en parte a la colaboración del PSI en la gestión de tres referéndums; e incluso la dirección del PCI, en especial después del abandono de la estrategia del compromiso histórico, en noviembre de 1980, ha dejado de lado su total oposición anterior a las propuestas radicales para adoptar una postura más matizada. Aún así, la decisión del Tribunal Constitucional, a comienzos de febrero de 1981, sólo ha considerado aceptables cinco de los diez proyectos de referéndums, a la vez que ha admitido también un referéndum contra el aborto, presentado por los mismos sectores clericales que a comienzos de la década de 1970 prov

ocaron la celebración del referéndum contra el divorcio.

Junto a al actuación en el Parlamento y las campañas de referéndums, cuya importancia fue ratificada en la moción del último Congreso radical, de noviembre de 1980, en los últimos años se han multiplicado las iniciativas radicales con otra serie de terrenos. En 1975 se había creado la Lega socialista e non violenta dei detenuti, cuyo objetivo era "la conquista de reformas y de derechos civiles a partir de la experiencia carcelaria", y cuyas primeras reivindicaciones incluían el reconocimiento del derecho de voto a los detenidos, el fin de los traslados inmotivados de reclusos y la desaparición del trabajo negro en las cárceles. Dos años después, en enero de 1977, Adelaide Aglietta, Gianfranco Spadaccia y otros militantes del PR realizaron un ayuno de más de setenta días para conseguir la reforma del sistema penitenciario, la discusión inmediata e un proyecto de ley radical sobre amnistía para un gran número de delitos y el establecimiento de un decreto-ley que desmilitarizara y permitiera el derecho a la sin

dicación de los agentes de vigilancia de los establecimientos penitenciarios.

Igualmente, desde 1976 comenzaron a funcionar el Comitato per la libertá di espressione e comunicazione (CLEC), cuyas protestas y acciones de desobediencia civil ante los secuestros de periódicos y la censura de películas han confluido finalmente en el referéndum contra las normas sobre delitos de opinión el Código Penal; el Colectivo Abolizione Regolamenti Manicomiali (CARM), con el fin de luchar "contra las absurdas y anticuadas disposiciones legislativas todavía en vigor sobre los manicomios, a través de las cuales se expresa el carácter represivo no sólo de la psiquiatría institucional, sino también de toda la sociedad, a través de sus instrumentos de poder"; y el Fronte Radicali Invalidi (FRI), para combatir "toda forma de marginación de los disminuidos físicos en esta sociedad que está construida a la medida de los sanos, en lugar de a la medida de los seres humanos"(51). Y en los años siguientes, algunos grupos ecologistas, en especial de la Federación de Amigos de la Tierra, se unían al PR en la luch

a antinuclear o a favor el medio ambiente, cuyo resultado final hasta el presente es la proposición de los dos referéndums mencionados sobre estos temas.

Pero la iniciativa más importante de los últimos años corresponde, sin duda, a la campaña contra la política mundial de armamentos y el exterminio por hambre de millones de personas en el Tercer Mundo. Lanzada por Pannella en 1979, se concretó inicialmente en un debate provocado por el grupo parlamentario radical para conseguir una intervención urgente del gobierno italiano, siguiendo las recomendaciones de las Naciones Unidas, que ya en 1979 había solicitado que los países industrializados dedicaran al menos el 0.70 por ciento de us producto nacional bruto para ayuda al desarrollo del Tercer Mundo. El escaso resultado de la iniciativa en el Parlamento no fue obstáculo para que el Congreso Extraordinario de marzo de 1980 otorgara un carácter prioritario a este problema, y llegara a reclamar "el proceso por crímenes contra la humanidad de los responsables de la política de armamento y exterminio".

A comienzos de 1981, en el momento en que concluimos esta introducción, y al margen de las nuevas iniciativas radicales en torno al terrorismo, y en especial en relación con el secuestro del juez d'Urso y la situación en las cárceles italianas de alta seguridad (suficientemente conocidas por su repercusión en los medios de comunicación españoles), los dos objetivos prioritarios del PR siguen siendo la lucha por el triunfo en los diez referéndums y el combate a través "de las supremas formas de lucha no-violenta" del derecho a la vida; es decir de la obligación, que a todos nos incumbe, de "crear vida y paz", en vez de "contribuir a provocar muerte y guerra". El desafío supera, como es habitual, las escasas fuerzas del Partido Radical, que ha previsto un nuevo proceso de refundación para el verano de 1982, con el fin de encontrar los cauces organizativos adecuados para potenciar la actividad del "área radical" no sólo en Italia, sino en toda Europa. Y no parece excesivamente arriesgado afirmar que el triunfo

o fracaso de esta nueva apuesta del PR no sólo afectará a la vida política italiana, sino también a todos los que aún creen posible superar el hambre y la muerte y crear una civilización que no se base en el terror, sino en la esperanza:

Manuel Pérez Ledesma

Notas:

(1) Tempo Illustrato

(2) Marco Pannella: "La fantasia come necessità" (prólogo al libro de Andrea Valcarenghi: Underground pugno chiuso. Arcana Editrice, 1975); recogido en Quaderni Radicali, nº 1, enero de 1978, pàgs. 18-28, y en el capítulo III de esta obra.

(3) Salvatore Sechi: "Radicali e comunisti: due logiche politiche e culturali", Quaderni Radicali, nº 8-9, enero-junio de 1990, pág. 64-65.

(4) Massimo Teodori: Las nuevas izquierdas europeas (1956-1976). (Ed. Blume, Barcelona 1978, 3 vols. 866 págs.). En el volumen II (pág. 731-37), Teodori incluye una breve descripción de la historia del PR. El mismo Teodori reconoce que la denominación "nueva izquierda" se refiere a "un conjunto de fenómenos de diverso orden y naturaleza" (vol.1. pág. 47-48), por lo que decide emplearla en plural.

(5) Rodolfo Calamandrei: Lógica del radicalismo italiano (Florencia, 1985); citado por Fabio Morabito: La sfida radicale. Il Partito Radicale da Pannunzio a Pannella (Sugarco Edizioni, Milán 1977, 220 p|gs.), pág. 15).

(6) Morabito: La sifida radicale, págs. 42-47-

(7) Citado por Morabito: op.cit., pág. 79.

(8) Morabito: op.cit. pág. 88.

(9) "Esquema de declaración sobre la política exterior, el desarme atómico y convencional, sobre la política por la paz", presentado por Marco Pannella y Giuliano rendi a los Consejeros Nacionales del PR, en noviembre de 1960; recogido en Quaderni Radicali, nº 5-6, enero-junio de 1979, págs. 243-45, y en el capítulo I de esta obra.

(10) Citado en Massimo Teodori, Piero Ignazi, Angelo Panebianco: I nuovi radicali. Storia e sociologia di un movimento politico (Arnoldo Mondadori editore, Milán 1977, 384 págs.), pág. 39.

(11) Umberto Eco: "Controinformazione radicale", en La stampa italiana del neocapitalismo (ed. de Valerio Castronovo y Nicola Tranfaglia) (Ed. Laterza, Bari, 1976), págs. 141-43.

(12) Tal es la opinión de Massimo Teodori, para quien la separación entre el primer PR y los nuevos radicales, que llevaría a los primeros al "moderantismo laico-liberal", y a los segundos a la defensa de "la revolución democrática y liberal", se debió a la adopción por estos últimos de "una nueva hipótesis política: nueva en la estrategia, nueva en los métodos y en el mismo modo de hacer política, aunque los objetivos políticos hacia los que se dirigía la nueva acción eran en muchos aspectos los mismos de la precedente tradición liberal democrática y radical" (I nuovi radicali, pág. 25.)

(13) Según Teodori, el éxito de la UGI "influyó probablemente en la convicción de los nuevos radicales de que podrían repetir en el conjunto del país, depués de diez años, lo que se había realizado en la Universidad: es decir, afirmar un vigoroso movimiento laico, y no sólo una posición laica" (I nuovi radicali, pág. 30).

(14) El contacto de los radicales italianos con estas nuevas experiencias fue muy directo: desde 1959 a 1962, Marco Pannella, líder del grupo de "Sinistra Radicale", vivió en Paris como corresponsal de un periódico italiano, y participó intensamente en las luchas del PSU contra la guerra de Argelia.

(15) Massimo Teodori: Las nuevas izquierdas europeas (1956-1976). vol. I, págs. 82-83.

(16) Henry David Thoreau: la Désobeissance civil. Paidoyer pour John Brown (Jean-Jaques Pauvert, editeur. Utrecht 1968, 166 págs.), págs. 79 y 146.

(17) Ibidem, pág. 137.

(18) Martin Luther King: "Carta desde la cárcel de Birmingham" (de 16-IV-1963), recogida en M. Luther King, James Baldwin, Malcom X: La protesta negra (Ed. Era. México 1965, 144 págs.) págs. 29-40.

(19) Este carácter moralista y cuasi-religioso se refleja en los textos de Gandhi, y llevó a Luther King a distinguir entre la técnica de la acción directa y la filosofía de la no violencia: "La primera es un método de acción: la acción directa por medio de la no-violencia es un método de acción para rectificar una situación social injusta, e implica un compromiso con una técnica práctica, que nulifica el uso de la violencia y que requiere constantemente la no violencia. Es decir, no se debe usar la violencia física contra el opositor. En cambio, la ética del amor es otra dimensión que lleva a la aceptación de la no violencia como un modo de vida. Hay muchas personas qeu aceptarán la no violencia como la técnica más práctica para ser usada en una situación social, pero que no llegan al punto de ver la necesidad de tener la no violencia como un modo de vida. Ahora bien, yo las tomo juntas. Creo que la resistencia a través de la no violencia es el arma más poderosa de que disponen los pueblos oprimidos en su l

ucha por la libertad y la dignidad. Es un medio para desarmar al opresor. Desenmascara sus defensas morales. Debilita su moral y al mismo tiempo actúa sobre su conciencia, creándole un conflicto; lo he visto una y otra vez durante nuestra lucha en el Sur. En cuanto al amor o a la ética del amor, pienso que es tan importante porque el odio daña lo mismo al que odia que al que es odiado" ("Entrevista con Martin Luther King", por Kennet B. Clark; en La protesta negra, pág. 44).

(20) Citado por Teodori: I nuovi radicali, pág. 53.

(21) "Storia del partito radicale attraverso i documenti. Il convegno di Faenza dell'ottobre 1966", Quaderni Radicali, nº 7 de octubre-diciembre de 1979, págs. 151-177, y nº 8-9, enero-junio de 1980, págs. 390-406 (La cita procede del nº 7, pág. 159). En el capítulo I de esta antología hemos recogido una selección de las intervenciones en dicho Coloquio.

(22) "Radicali: bilancio di un congresso", entrevista a Marco Pannella.

L'Astrolabio, 21-V-1967, págs. 15-16; recogido en Aghina-Jaccarino: Storia del partito radicale, págs. 43-44. Los estatutos del PR aprobados en 1967, y las modificaciones posteriores, se encuentras recogidas en el capítulo II de esta antología.

(23) Desde 1962, el puesto de secretario nacional ha sido desempeñado sucesivamente por: Vicenzo Luppi, Luca Boneschi y Marco Pannella (1962-1963); Marco Pannella (1964); Gianfranco Spadaccia (1967); Mauro Mellini (1968), Angiolo Bandinelli (1969), Roberto Cicciomessere (1970), de nuevo Angiolo Bandinelli (1971 y 1972), Giulio Ercolessi (1973), Gianfranco Spadaccia (1974 y 1975), Adelaide Aglietta (1976), Jean Fabre (1978), Giuseppe Rippa (1979), Francesco Rutelli (1980). La fecha entre paréntesis corresponde al momento de su elección, que a partir de 1967 coincide con los primeros días de noviembre, en los que se celebra el Congreso anual. Muchos de estos secretarios nacionales llegaron a este puesto en plena juventud: Ercolessi tenía 20 años en 1973, cuando fue elegido primer secretario; Cicciomessere tenía 24 años en 1973; Rutelli tenía 26 años en 1980; Mellini tenía 31 en 1968; Spadaccia, 32 en 1968, la primera vez que ocupó el cargo de secretario; Pannella tenía 34 en 1964, y Aglietta 36 en 1976. El más

"anciano" era Bandinelli, que cuando ocupó este puesto por primera vez tenía 42 años. Como veremos, esta rotación en el puesto de secretario nacional, y los cambios similares en el cargo de tesorero y en los demás puestos de la Secretaría Nacional, el Consejo Federativo o la Junta de Tesorería, no son obstáculo para que los antiguos miembros de la izquierda radical de los años 50 convertidos en "dirigentes históricos" del nuevo PR en la década siguiente, hayan mantenido una gran influencia en el seno del partido: el caso de Pannella es, en este terreno, paradigmático. Por fin, conviene destacar que, de acuerdo con la previsión estatuaria de permitir el ingreso en el PR de no italianos, uno de los secretarios nacionales, Jean Fabre, era un francés refugiado en Italia por su negativa a realizar el servicio militar en su país.

(24) La moción aprobada en este Congreso, y las de los Congresos posteriores hasta 1975 están recogidas en Il partito dell'autogestione socialista e libertaria. Le lotte radicali attraverso i documenti congressuali e lo statuto (A cura del Partido Radicale, 1976, 46 págs.). En el capítulo I de este libro, hemos recogido las mociones más importantes, entre ellas la de 1967.

(25) Citado por F. Morabito: La sfida radicale, pág. 122.

(26) Morabito: op. cit., pág. 123.

(27) M. Teodori: I nuovi radicali, pág. 91.(28) Teodori: op. cit., págs. 93-94.

(29) La declaración de objetivos del MLD está recogida en el capítulo II de esta obra.

(30) La campaña de autodenuncia pública, comenzada por Macciocia, fue apoyada de inmediato por un llamamiento del MLD: "A todas las mujeres que han sufrido penas psíquicas y físicas por haber realizado abortos clandestinos en condiciones desastrosas y traumatizantes, a todas las personas que han estado próximas a ellas, ayudándoles a realizar el aborto, y que han sufrido con ellas, [las invitamos] a romper este muro de hipocresía y autodenunciarse como reos y cómplices, desafiando a la justicia a llevar a cabo hasta el final el deber que les impone la ley" (Morabito: La sfida radicale, pág. 158-59).

(31) Il partito dell'autogestione socialista e libertaria, pág. 32.

(32) Il Partito dell'autogestione..., págs. 15-16.

(33) Morabito: La sfida radicale, pág. 45.

(34) prueba de este cambio fueron las nuevas tesis aprobadas por el Congreso de 1974 de Avanguardia operaia, en las que se afirmaba: "Rechazando la tendencia inicial de la izquierda revolucionaria a confundir las reformas con el reformismo ... el Comité Central ha recogido las valiosas experiencias brindadas durante los últimos años por toda una serie de luchas, tanto las dirigidas por los sindicatos tradicionales como las protagonizadas por las fuerzas revolucionarias, y ha considerado necesario resaltar la importancia de las reformas para la lucha revolucionaria, siempre y cuando se enfoquen dese el punto de vista e su naturaleza intrínsecamente antagonista, irreconciliable con los modelos interclasistas y abstractos típicos del revisionismo" (Citado por Teodori: Las nuevas izquierdas europeas, tomo II, pág. 572-573).

(35) Il partito dell'autogestione ..., pág.29.

(36) "Los referéndums radicales" (Entrevista con Emma Bonino, recogida en el capítulo II de esta obra).

(37) Il partito dell'autogestione ..., pág. 40.

(38) Pasolini, que hasta entonces había apoyado la mayoría de las propuestas radicales, se mostró en desacuerdo, en cambio, en el tema del aborto: "Estoy a favor de los ocho referéndums del Partido Radical, y estaría dispuesto a una campaña, incluso inmediata, a favor de ellos. Comparto con el Partido Radical en el ansia de la ratificación, el afán de dar cuerpo formalmente a realidades existentes; tal es el primer principio de la democracia. En cambio, me siento traumatizado por la legalización del homicidio (...). A propósito del aborto, es el primer, y el único caso, en el que los radicales, y todos los abortistas demócratas más puros y rigurosos, han optado por la realpolitik ... " (Corriere della Sera, 19-I-1975). En respuesta a su crítica, afirmaría Pannella: "Ninguna ley impedirá más la interrupción voluntaria de la maternidad. No tiene razón Pasolini cuando piensa que queremos despenalizar el aborto por realpolitik. Durante diez años hemos sido los únicos, junto a Gigi de Marchi, que hemos luchado a

favor de una sexualidad libre y responsable, a favor de la instrucción sexual, a favor del control de nacimientos y de una política de responsabilización demográfica. Continuamos esa lucha" (L'Espresso, 19-II-1975).

(39) Citado por Aghina-Jaccarino: Storia del partito radicale, pág. 112.

(40) En la campaña electoral, Pannella afirmó que 2las únicas cosas positivas de la anterior legislatura han sido el voto a los dieciocho años, el nuevo derecho de familia y la nueva ley sobre la droga. Y esto se debe a las batallas realizadas hasta ahora por los radicales" (Morabito: La sfida radicale, pág. 191-92).

(41) Morabito: La sfida radicale, pág. 197.

(42) Angelo Panebianco: "Il voto radicale nelle elezioni del 20 giugno 1976", en M. Teodori, P. Ignazi y A. Panebianco: I nuovi radicali, pp. 226-290.

(43) Piero Ignazi: "I militanti radicali: composizione sociale e atteggiamenti politici", en I nuovi radicali, pp. 213-265.

(44) Robert Michels: Los partidos políticos (Un estudio sociológico de las tendencias oligárquicas de la democracia moderna) (Amorrutu editores, Buenos Aires, 1979), vol. 1, pág. 175.

(45) Sobre la estrategia parlamentaria de los diputados radicales, véase Ernesto Bettinelli "Quattro radicali a Montecitorio: primo bilancio di una stagione parlamentare per la rivoluzione democratica", Argomenti Radicali, nº 1, abril-mayo de 1977, pp. 114-127.

(46) Según Teodori, el éxito de la campaña radical de 1977 se debió sobre todo a esta oposición al inmovilismo del momento: "En ausencia de acción en la izquierda, y mientras se consumaba la larga negociación para conseguir acuerdos programáticos, en la que participaba directamente el PCI junto a los otro cinco partidos del llamado arco constitucional (DC, PSI, PRI y PLI), la propuesta radical representada a los ojos de la opinión pública una intervención activa en sentido opuesto, antes y por encima de los contenidos específicos del paquete de normas que se pretendía abrogar" (Teodori: I nuovi radicali, pág. 191).

(47) Marco Pannella: "Ai nostri compagni violenti", Notizie Radicali, 24-III-1977, pág. 3. En el capítulo II de esta selección hemos incluido algunos extractos de este texto, que corresponde al discurso pronunciado por Pannella el 13 de marzo ante el Comité organizador de los referéndums.

(48) Los resultados de los restantes partidos fueron los siguientes: DC, 38,3 por ciento de los votos, y 361 escaños; PCI, 30,4 por ciento, y 201; PSI, 9,8 por ciento, y 62; MSI, 5'3 por ciento, y 31; PSDI, 3'8 por ciento, y 21; PRI, 3,0 por ciento, y 15; PLI, 1'9 por ciento, y 9; PDUO, 1'4 por ciento, y 6; NSU, 0'8 por ciento, y ningún escaño; otras listas, 1'2 por ciento, y 6 escaños. De acuerdo con estos resultados, el PR se convirtió en el sexto partido italiano por el número de votos, tras los demócratas-crisitanos, comunistas, socialistas, misinos y socialdemócratas, y por delante de los partidos laicos tradicionales (republicanos y liberales) y de las organizaciones o coaliciones de la nueva izquierda marxista.

(49) Piero Ignazi: "Elezioni 1979. Una analisi del voto radicale", Argomenti Radicali, nº 12-13, abril-septiembre 1979, pp. 130-158. El mismo número de esta revista recoge los resultados electorales detallados (pp. 159-192).

(50) Sobre esta campaña de referéndums, èueden verse los artículos de Viviani, Mottola, Ramadori, Pratesi, Pergameno y Mellini, recogidos en Quaderni Radicali, nº 8-9, enero junio de 1980; y la entrevista con Emma Bonino, incluida en el capítulo III de esta obra.

(51) Teodori: i nuovi radicali, pp. 355-360.

 
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